Sonia Betancort

La sonrisa de Audrey Hepburn

 

Fernando de Sousa: Cinema 4 en HOYTS, Forest Hill Shopping Centre, Forest Hill, Victoria, Australia

 


De El cuerpo a su imán, Madrid, Amargord, 2009:


La órbita sin sol

          "la palabra, ese cuerpo hacia todo"

                         Roberto Juarroz

          "Juegos de Construcción"

                         Javier Lorenzo Candel

La poesía no cabe en el poema 
quécosanocabeenelcuerpo

La luna estrangula 
movimientos crédulos
vacas rojizas como la aurora
paren estrellas en su ombligo
La imagen traspasa 
la luz espiritual 
que llega hasta la mano
que escribe

Estuve tan cerca 
de crear 
el juego de construcción

El hombre es una bocanada de cuerpo
el cuerpo es una boca 
nada
 
Antes de lo real había un verbo
éramos tan pequeñitos como somos
frente al cuerpo que va hacia el agua
que va hacia el sueño que va hacia el cuerpo
la identidad que es cosa de corresponderse infinitos

Cuando tú recibas esta palabra
la mujer gato habrá huido 
la mujer tortuga que batió el océano
con sus patas redondas habrá huido
le enseñaron a poner hijos en el cuerpo
pero el huevo estaba vacío
como la órbita sin sol 
  
En vano traté de concebir el poema 
como un árbol


Ley de atracción El cuerpo va hacia el tiempo viene del eco de la luz y va hacia el hijo de otro brillo el cuerpo va hacia la tierra su pie descalzo pronostica un árbol el cuerpo va hacia al aire va hacia una pregunta que nunca es preguntada el cuerpo va hacia el ojo contrae al horizonte en la retina el cuerpo va hacia el fuego finge esa llama en el corazón en ese instante el cuerpo va hacia el agua arrugado va y viene de su casa el cuerpo no traiciona el saber que esconde el cuerpo señala y dice siempre lo mismo el cuerpo va hacia el otro el cuerpo va hacia el cuerpo que ahora como nunca viene hacia mí
Narciso habla           A Mariángeles Betancort           Leyendo a Paul Valéry Y allí en mitad de una noche viscosa y triste me enamoré del reflejo de aquella mujer no era ella ni siquiera la estación sombría de lo que ese rostro trae cada mañana hasta el espejo era ese reflejo repetido en mi cabeza como una llave esa posibilidad de ser lo que paraliza el agua la bebida azulgrana de un cuerpo que tiembla como un recuerdo la ironía fugaz de un límite que abre una puerta sin pared porque aquella mujer reflejada era un umbral algo que la divinidad registra en la fibra del océano a ella a su rostro va cada noche el aceite de los barcos el grito tapizado de esa fuente que viene a ser poema el lamido ciego lo que cabe en ese agua que se agota la memoria del agua agotándose en la imagen la piedra lanzada contra el agua inmemorial la piedra en medio del reflejo que yo amé Esa mujer reflejada esa mujer el agua de esa mujer en la mañana después del sueño gotea en mi almohada como un ejercicio inútil de lo que ya no soy
Cuento para leer desnuda Amo a la bruja de este cuento a la esposa confusa que esparce veneno en las alcobas de los sueños amo a su gata subterránea con su cola sucia con sus bigotes finos como rayos con sus dientes afilados amo su norma de ser indiferente gemir sobre la almohada fría y salir de viaje con los ojos vidriosos amo lo oscuro de su pata caliente amo a la frenética mujer sardina la de freír tiempo en los mercados la de nadar en la bañera con el corazón roto salpicado de nueces y lagartos la del feto en el frasco de colonia la de las botas hinchadas por la lluvia la débil y serena mujer que atraviesa las bisagras de la casa y se confunde con el polvo y nadie la ve pero tiene un perro que la mira desde el fondo de su ojo acomplejado y la comprende amo a la mujer pirámide la niña al revés de todo la equilibrista del ridículo la del miedo a pasear y que la miren la del miedo a pedir una barra de pan y que la miren y correr hasta casa adelante del espejo y verse desnuda sin superficie y dorada como un bebé amo a la mujer viaje a la que enfrenta convencerse de aquello que piensa amo a la violadora de jugos y miserias y leyes y reglas a la creadora de jazz de calendario a la que bebe y fuma y fuma y bebe y cae en el prototipo de estar más sola que ninguna amo a la mujer cerradura la que deja que entre la que es herradura del gordo que masticaba una estrella ese día la que es pantomima de la nube la que es molinillo del viento que agita el capricho y cae y vuelve a volver sobre la caída y cae y no disimula que cuando cae en realidad se acuesta sobre un gran lecho de palomas dibujadas

De La sonrisa de Audrey Hepburn (inéditos):


Ejercicio de la doble Hago el ejercicio de la doble, la del dialecto ensayado en el letargo del exilio, la que puede transitar los dos lados y volver farfulladora y alegre con un gato maltratado entre las piernas. Soy la adolescente proscrita y cruel y la sensible del diario de Anna Frank. La que traiciona a sus hermanas por un beso de columpio y salva a sus amigas por un cigarrillo a la intemperie. Soy la madre y sólo madre, la que desteje su aroma de molusco para alumbrar el nacimiento de su hijo, la ninfa que se evapora, la matrona despeinada. Soy un hombre también. Por fin soy un hombre, un muchacho fijado al deseo del héroe y el buscador de amparo, el travestido, el maquillador de la mejor actriz. Y Mr. Hyde que mece en los brazos a un niño, el horror y su forma rebuscada de sinceridad. Soy la preferida de Lewis Carroll y la desposada de Nosferatu, martirizada y perpetua, dispuesta a morir. Hago el ejercicio de la doble, la dos veces nacida, la dos veces invisible. Entretanto, mi desacuerdo sueña con el signo de ser nadie.
Sun Kiss El beso gira sobre nuestras cabezas. Empezamos por pensar el beso, por amasar la figura oblicua de su roce absoluto. Un beso se construye en la garganta del abrazo o tierno pasea con zapatos de escuela por la estrellita de una falda intermitente. Un beso quiere comerse mi límite, intercambiar el sabor de dos astrologías. Y es tan triste el beso que no es, aquí parada frente a la boca enredada por el miedo. El beso pronostica la trayectoria de mis labios y tal vez profetiza contra un velero sin adiós. Inmortaliza un tiempo fascinado, ese momento de besar que se disuelve bordado en el pecho frío de la eternidad. Bella y durmiente espera esta hormiga el beso que flagele su estatura, cabe la muerte en ese beso, crece la araña en su escondrijo, en la caída toda lengua propone su sapito de humedad. Abre su grifo de luciérnagas el beso de Judas. De la estatua se despierta el labio de Rodin. Muero por ese beso fresco que sorprende con una manzana en tu boca. Alentado por esa madeja enrojecida, vuela un atardecer a mi cuerpo que por fin se desvanece con el beso.
La vie en rose La vida es absolutamente rosa. Mirada de cerca reproduce un fractal portátil, la fructosa de una granada, un algodón de azúcar. Huele a colonia de bebé y se elastiza como el chicle. Es un gran chicle de fresa que sucede en los primeros segundos de la boca. La vida, asombrada de paralizar su pincel en el ramillete de la novia. La vida, coloreada por un diseñador de cocinitas, sumergida en un lago de Senegal, pensada por un amante de Tokio. La vida es la infancia agitada, un cordón de jóvenes gacelas que muestran sus encías al atardecer. El salmón crudo que despierta en la lengua después del amor, los arañazos débiles de una herida que se cierra, el tono pulido de la sangre lavada. La vida es como la muerte, absolutamente rosa. Nacemos del rosa de un sexo inflamado y vamos al rosa de la tierra y el mar. Al rosa de la ceniza, con su pétalo latente, al fucsia de los tulipanes, al cuello de los flamencos, al neón de los ojos de los roedores, a las huellas del coral, a las patas de los avestruces, a la voz de los delfines. La vida es rosa, melancólica y magenta. La vida no es más que el amor. La primera caricia, la primera mordedura de la piel en la piel.


 

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