Reinaldo Jiménez

Paisajes sobre el agua

 

John William Waterhouse: Destino

 


 

DESDE ESTA TIERRA OSCURA

Se me han roto los ojos,
y aún puedo oír el mar
lamer mis manos
cada noche.

Desde esta tierra oscura
que me araña las sienes 
como loca
aún puedo oír el mar 
cómo me llama.


TU NOMBRE ENTRE LOS MUELLES I y en cada tarde abierta de deseos nacerán los ocasos y morirán desnudos ante ti y te amará la mar cuando engalane el muelle solitario el crepúsculo triste y moribundo yo no estaré y vagará en la playa la sombra de mi ausencia el eco quejumbroso de tu voz dolorida me llamará en silencio igual que si estuviera todavía irán mis pasos leves junto a ti caminando y el susurro amoroso nacerá de tus ojos entreabiertos cuando sucumba el sol dormido de sirenas entonces no estaré y mandaré gaviotas con mi recuerdo al alma para que no me olvides II recuerdo que una tarde de tempestad y furia tras las olas los albatros sin tez me devoraban y un horizonte oscuro de sirenas deformes arrasaba mi boca y huía golpeando el silencio de otras tardes la soledad sin fondo de los muelles y el graznido feroz de la gaviota y el mar el mar eterno y misterioso siempre que ha preñado a las niñas con su brisa mientras los ángeles bajaban la corona sin luz del martirio del perro y del insecto en tanto los muchachos fulgor azul de vida renovada desnudaban su torso a las estrellas entonces recuerdo que esa tarde yo solo amor mío metido en la tormenta traté de enamorarte crecían las mareas silenciosas y el corazón guardaba el secreto más íntimo de mi alma entonces descubrí que mis cabellos eran núbiles sueños en la arena y que el suave Viento Oeste era tu amante nuevo en el ocaso que el martirio del perro y del insecto me sangraba en las manos destrozadas por desatar tu nombre sin remedio entonces recuerdo que esa tarde de tempestad y furia tras las olas los albatros sin tez me devoraban
NO ME RESULTA FÁCIL No me resulta fácil - creedme - levantarme y vivir cada día. Sin que nadie lo note, detrás de cada sol, de cada mar, de cada árbol con brisa vencido en el otoño... sólo un hombre sin fe recorriendo ciudades remotísimas, y un eterno vagar perdido entre sus signos.
ESTATUA FRENTE AL MAR Siempre estabas allí, lo mismo que los cabos que coronan la playa, persistías megalítica todas las embestidas de un mar impredecible. Recordarte no basta, buscarte entre la niebla pestilente del puerto no me alivia los ojos, sabiendo que estuviste, que pronuncié tu nombre entre los muelles ...Solo en este triste parque que el mar va derruyendo, que mira al viejo muelle de tablas carcomidas, al desamparo triste de los antiguos barcos... me voy quedando solo entre los cabos, frágil, ya pétrea la mirada, pronunciando tu nombre entre la niebla.
OCTUBRE NUEVAMENTE Solíamos, recuerdo, los domingos tras un tibio café en las cristaleras lentamente vagar sobre los muelles. Era octubre recién inaugurado con finísima lluvia y con tristeza sobre las cosas todas. Y la playa era un latir de olas, una lucha con los últimos signos del verano. Yo recuerdo aquel tiempo de abandono, la obligada clausura del estío sobre el puerto y el viento indagador en las palmeras... Y nosotros bajo el cielo plomizo de la tarde y el espacio invadido por la ausencia. Aquello que nos fue tan cotidiano - tu mano, Amor, el beso de domingo y la costumbre de asir la soledad de aquel paisaje - se repite esta tarde en la que octubre nuevamente - y la lluvia - nos trajo hasta los muelles. (Del libro O LA SIEN SOBRE EL LODO)
IBN SAHL Bajo un púlpito rojo de granados mi verde voz salada se deshace. En el féretro efímero del agua sombra o vestigio mi palabra dejo y en el temblor del río, transparencia, mi huella vaporosa, el humo sólo consumado y exánime. Remoto, un albor que me aguarda, otra ribera y un designio celeste de cereales. No me voy a morir, tan sólo empiezo una existencia de agua. No lo olvides. planta lilas de luz donde ahora lloras y agita tu alegría entre la grama, no es la yerbosa muerte quien me espera sino la luz del mar. El oleaje.
IBN ARABI El límite del tiempo es este instante en el que todo y nada cabe entre las manos. Yo vi las aves emprender el vuelo, cruzar una tras otra los valles y los lagos salados y las sombras. Desde esta duna el mar era como un espejo. Ellas tuvieron siempre la certeza de la luz y en la tarde hecha de miel partieron a su encuentro. Volvieron con el mar cesado ya su empeño de ser ave. Sostengo su rumor hecho de espuma azul entre las manos, pues cabe todo en ellas: el ser, la inexistencia. Es este instante el límite del tiempo.
IBN HAMDIS Al – Mu´tamid bebamos y cantemos sin miedo a la tarde que nos une, pues conozco el dolor de la partida. Bebamos este vino aquí junto a la acequia escanciadora, alcemos nuestra copa entre los comensales y dejemos que este vino solar fluya en nosotros. Al – Mu´tamid bebamos, cantemos a la dicha de esta tarde, a su fulgor, su lumbre, su alegría. Bebamos sabiamente al – Mu´tamid corra el vino en nosotros y andemos sin rubor por la ribera, probablemente un día no estén los comensales o haya fina llovizna matutina y nosotros seamos esa agua concluida ya galardón del mar.
AL-BALLISIYYA Quizá nunca supimos así de la distancia. La tarde fue un instante de brisas y de espuma o acaso no encontramos la dicha de querernos. Fue entonces la partida despiadada en nosotros - cabos indesatables, anclas sobre la pieeel -. Todo se nos negaba. Recuerdas, amor mío, el tiempo inmarcesible de la ausencia, la total lejanía de las cosas y la mirada derrotada y azul porque volvieras. (Del libro AL PASO VOLADOR DE LAS PERDICES)
PAISAJES SOBRE EL AGUA Transparencia del mar en la bocana, el viejo maderamen. Se deshace la luz sobre los mástiles. Un vaho de salitre. Contempla la mañana (es temprano, a lo lejos, muy pronto arderá el sol sobre las casas blancas) un hombre que no cree merecer el prodigio de ese instante. Tiembla, rompe sus ojos contra el fondo verde que en otro tiempo creyera impenetrable y siente hermoso el día y el silencio es una plenitud que contuviera en su pecho un fulgor irrepetible. Se oyen voces lejanas. Mira un hombre paisajes de su vida sobre el agua. Vuelan unas gaviotas. Asciende la mañana.
BAJO ESTE SOL DE AGOSTO Estar contigo, aquí, bajo este sol de agosto es ser dichoso. Justifica este instante tan sólo haber vivido. En ti renazco y sé que más allá de ti todo sucumbe certeza de la nieve y de la bruma. Vivamos este sol que nos regala su luz misericorde antes que llegue el tiempo oscuro, atroz, indescifrable y para siempre borre del agua nuestros nombres. Ha de venir el frío, lo sabemos, y el mar con sus columnas nacaradas.
ESTAMPA DE VERANO Ciega la voz del mar el eco de otras voces y las hace lejanas. Llega su lengua azul sobre los feldespatos. Cantan en las palmeras las avecillas verdes. Cincela el sol los cuerpos de las muchachas bellas. Y al fondo del paisaje arden los cerros de oro bajo la luz lechosa que vierte el cielo quieto. Tú yaces a mi lado en esta tarde inmensa bajo la silenciosa hoguera del verano. Lo mismo que la piedra: memoria de la mar, quizá seamos, pienso, mientras miran mis ojos el azul que llamea.
PRODIGIO Llueve agosto su lumbre sobre el mar y las cosas y es severa su voz y descifrable, pues se cumple en su luz una promesa oscura que acaso no ignoremos. Este sol meridiano que convoca en su júbilo a nuestra carne joven otorga al mismo tiempo de todo lo que muere la ceniza. Llueve agosto y el mar exhala un humor triste. Llueve la luz y arde en un mismo prodigio la redención, la muerte.
PAISAJE DESPUÉS DE LA LLUVIA Recorren la llanura rezagadas, hacia las cimas vuelan dócilmente, las lleva la ventisca hacia los claustros más altos de otras nubes. Toda la tierra exhala su salmo reverente en un pluvial aroma de asombro inconcebible. Sobre la mar el cárdeno paisaje de otras nubes que la última luz rompe de la tarde y el altísimo coro velado de los pájaros. Elemental el mundo, pródigo, se basta en su belleza sin nosotros, lo mismo que hace un dios invulnerable que juega a la belleza antes del mundo. Miro la tarde al cabo de la lluvia, como quien contemplara esa tarde inmemorial del tiempo, agradecido, y sabe que ha de ser expulsado de este reino inicial de lo absoluto.
NOSTALGIA Lento el mar le devuelve una imagen de entonces. Lo contempla: se conmueve al mirar su lámina irisada desde una cima donde rompe su oro la tarde en añiles que hieren ya su fe insuficiente. Es la imagen de un hombre que en otra tarde mira con el miedo de ahora esa grandeza. Está solo. En sus alas aún puras hace el viento su oficio porque el hombre franquee el umbral de su miedo. Ahora vuelve a mirarlo con las alas más rotas, y en la imagen del otro reconoce el engaño, la reiterada trampa ineludible que el destino le tiende. Sabe que ha de partir para llegar de nuevo, que nada le redime, que sólo su quietud es el naufragio.
LO IMPENETRABLE Deja la tarde gris su lluvia oscura. Sobre el mar un clamor de pájaros sin nombre. De pronto cruza lento, atraviesa tus ojos un pez triste, y sientes que los días que habrían de venir ya sucedieron, y que otro tiempo dicta sobre la luz de entonces su relámpago helado. Y avanzas por la playa silencioso como quien fuera a ver lo impenetrable.
DEL AMOR Regresan de lo oscuro, de la hondura del tiempo, dos muchachos apenas. Avenidas. El mar. Crepitando en la noche la pulpa de unos días de tristeza. Persiste la memoria en su empeño de desdecir ahora lo vivido. Pero recuerda, fueron, no has de olvidar, también horas dichosas. Pues detrás de los muros núbiles de aquel tiempo un fulgor coronaba sus cimas y el amor era un paisaje ignoto, una verdad oculta que adivinamos siempre. Digo ahora sus nombres -nuestros nombres- y digo mar. Los muros son altas cicatrices que el amor va gastando. Beso tus labios. Hay en ellos un calor que no habrá de vencer ni siquiera la muerte.
LA VIDA Mírala sin tristeza. Está escrita en el agua y se te otorga esa dicha final de contemplarla. Esa imagen que brota de la hondura es tu imagen, aunque te cueste a veces reconocerte en ella. Sé que todo es extraño y sé que al tiempo de mirarla también se desvanece. No pongas vano empeño en retenerla. Fluye, como el mar fluye, y te devuelve en tu mirada todas las miradas de aquellos que una vez te precedieron y que hoy se resumen en ti. Otra tarde vendrán, al transcurrir del tiempo, otros ojos y en ellos, desde dentro del agua te verás reflejado. Mírala sin tristeza, y pon flores que viajen más allá de la sombra. (Del libro PAISAJES SOBRE EL AGUA)


 

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