Miguel Veyrat

¿Cantar es ser?

 

Federico Cervelli: Orfeo y Eurídice

 


(...) es Orfeo al cantar. Vive y muere.

Rilke:
Sonetos a Orfeo, V

(...) No todo lo pueden los celestiales. Pues antes alcanzan el abismo los mortales. Así cambian las cosas con ellos. Largo es el tiempo, pero acontece lo verdadero.

Hölderlin:
Mnemósyne


Una luz que se abre y cierra En cada ser resuena, como bajo continuo el latir del corazón —en sordina llama y desde el ocaso lo atraviesa, con el mismo rayo de soledad que derribara a Quasimodo antes de caer a la noche. Cuando un poema abierto parta el mundo entero, dibujará tu rostro en las mareas de la sangre. Su rugir colocará en tu boca sones en aquél tono donde se inicia, termina el canto.
Irredimible y desnuda para siempre Ella lo sigue. Ella es la Inspiración. Ella se llama Eurídice. Ella le empuja a la cita con lo claro por nacer juntos nuevo. Busca la transparencia, ansiada voz. Ella brota en las raíces del Hades del que crece, por cantar junto al camarada errante. El camino que sigue desde el Abajo es aquel vapor del Ser. En el alto árbol ella modula su oído. Él florece —inmortal vive. Ella era aún el ser sin rostro, al otro costado, en aquella sima de humo: Será Orfeo al virar, quien deba vivir y morir a la vez cuando perdido ceda a la inexorable venganza con la furia de ambos dioses en abierta disputa. Ella sigue —ahora sola, irredimible y desnuda para siempre.
Desnudo se asoma al mundo En estos tiempos de miseria él se atreve a salir a la inseguridad de Oriente donde se encarna la luz y lee desde el fondo original, donde cada ave, piedra o planta le miran y hablan desde su lengua propia. Él crea palabras nuevas donde combaten entre sí los vientos —en la liza libre del espacio midiendo el tiempo. Enloquece el poeta en el empeño de traducirlos a la nueva lengua que le asegure quién es él y cuál de ellos es este mundo.
Cuerpo a cuerpo salta sobre la muerte Cuerpo a cuerpo va hacia Ella en el afuera. Lleva la vasija para llenarla. Para en tonar el canto se abre a la belleza y al horror de des pertar. Tras la catarsis mímesis de nuevo —y luego un miedo de mortal a la misma luz que los dioses. Línea insuperable salvo por el canto que salta so bre todas las miradas. Resonancia —suma de aliento.

 

Notas

[1] De la séptima parte o estrofa de un libro en construcción que proseguirá la propuesta poética de El Hacha de plata (La Isla de Siltolá, 2016). Los poemas o versos que se publican son los cuatro primeros de una serie de once.

[2] "Mnemósyne", himno incompleto por Hölderlin compuesto poco después de "Pan y Vino" (IV 'Hellingrath' 225). Con estos versos iniciará Heidegger su pregunta en la tan conocida conferencia romana de 1939 "¿Y para qué poetas?", para atraer a Rilke en una posible respuesta en los Sonetos a Orfeo (1.ª parte XIX) (...): "No se reconocen los sufrimientos, / no se aprende el amor, / y eso que en la muerte nos aleja, / no se desvela. / Sólo el canto sobre la tierra / consagra y celebra.


 

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