Manuel Cabello Pino

Las comedias políticas de Aristófanes
y su correcta comprensión en el siglo XXI

 

Anónimo griego: Las avispas de Aristófanes

 


 

Aristófanes ha sido siempre considerado el mejor autor cómico del mundo antiguo, en parte debido al hecho de que es el único representante de la comedia griega antigua del que conservamos obras completas. De hecho, conocemos muy bien su modo de escribir, porque de las cuarenta obras que sabemos que escribió conservamos once completas y numerosos fragmentos de otras. Pero también sabemos por diversas otras fuentes que incluso en su propia época Aristófanes era reconocido como el mejor escritor de comedias de Atenas y, especialmente, el más exitoso. No en vano, consiguió numerosos primeros y segundos premios en las dos competiciones que tenían lugar cada año en el Ática, y está contrastado que la gente en Atenas adoraba sus obras y le admiraba enormemente como autor de comedias [1]. Este gran éxito de Aristófanes se debió a diversos factores: su estilo, el uso que hacía del vocabulario, su extremado ingenio para la invención de situaciones cómicas, pero especialmente a uno: su talento único para la sátira política. Aristófanes era conocido sobre todo como autor de sátiras políticas. Y es que, aunque no todas sus obras trataran principalmente sobre política (sobre todo a partir del 415 a. C., cuando comenzó a ampliar sus miras para incluir más temas domésticos, literarios o mitológicos), fueron sus comedias más eminentemente políticas, Los Acarnienses, Los Caballeros, Las avispas y La paz, las que más impresionaron a sus contemporáneos y las que le hicieron pasar a la posteridad.

Sin embargo, en la actualidad estas obras son escasamente representadas, y son otras como Las tesmoforias o Lisístrata, las que son más conocidas por el público actual, siendo incluso objeto de adaptaciones al comic o al cine [2]. Probablemente esto se deba a que precisamente la característica que hacía a sus primeras obras más del gusto del público ateniense de la época, esto es el enorme apego de las mismas a las vicisitudes políticas del momento, es la misma que juega en contra de su recepción en la actualidad. Y es que, aunque cada una de esas cuatro obras puede ser entendida a un nivel primario muy superficial por un espectador medio actual, lo cierto es que sólo aquellos que poseen unos determinados conocimientos de la vida política ateniense del s. V a.C. pueden entender realmente el significado auténtico de cada una de estas obras y pueden por tanto disfrutarlas correctamente. Por lo tanto, lo que nos proponemos hacer a continuación es mostrar y explicar todo el contenido político y social que impregna estas obras y que un espectador medio actual no puede entender por sí solo a la vez que iremos señalando cómo cada una de esas referencias político-sociales condiciona y afecta al buen entendimiento de la trama general de la obra.

Precisamente por eso, habría que empezar por señalar que el aspecto de la biografía de Aristófanes que más nos interesa desde el punto de vista de su producción literaria es que el centro de su vida coincide en el tiempo con la época de la guerra del Peloponeso (431-404 a.C.) que enfrentó a su ciudad, Atenas, con su rival Esparta y el bloque Peloponesio. Al principio de esta guerra, en la juventud y primera madurez de Aristófanes, Atenas se encontraba en el momento de máximo apogeo económico, político y cultural, y por lo tanto el ambiente de la ciudad era de máxima esperanza respecto al resultado de la guerra. Pero poco a poco la situación se fue volviendo cada vez más de desilusión ante la inminente derrota frente a Esparta y el derrocamiento de la democracia que había implantado Pericles y de la que Atenas se sentía tan orgullosa. Todo esto unido a la inestabilidad política interna de la ciudad con continuos cambios de régimen y con políticos agitadores, llevó a la ciudad a un hundimiento y una decadencia política y económica trágica para aquellos como Aristófanes que habían conocido la época de máximo esplendor. Y tener un cierto conocimiento de todo esto es indispensable para comprender su obra ya que, como ya se ha apuntado y como comprobaremos en las próximas páginas, ésta está fuertemente politizada.

La comedia ateniense comenzó a adquirir su forma en las partes rurales del Ática en el siglo VI a. C., por lo tanto en su origen iba dirigida a un público rural y trataba, sobre todo, los temas de interés para los granjeros y agricultores [3]. Pero tan pronto como al comienzo del siglo V la comedia se mudó a Atenas y comenzó a ser representada en los festivales que tenían lugar cada año, el público cambió y sus intereses se volvieron también diferentes. Por lo tanto los contenidos de las obras también tenían necesariamente que cambiar. En palabras de Maurice Croiset "Thereafter comedy had to take cognisance of the events and of the men who engaged attention in these new surroundings. It retained its fertile imagination and its buffoonery, but it aimed its shafts against people of more importance" (1973: 2). Y, sin lugar a dudas, el tema más importante en la vida diaria de un ciudadano ateniense del siglo V era la política (entendida en el sentido griego del término, es decir, todos los aspectos que tuvieran que ver con la vida diaria de la polis). Por lo tanto cuando Aristófanes comenzó su carrera como comediógrafo durante los primeros años de la guerra del Peloponeso, después del 431, el público esperaba que las comedias fueran sumamente políticas [4]. De hecho, aunque la comedia se trasladó a la ciudad, a las fiestas Leneas en las que se representaban asistían no sólo los ciudadanos de Atenas, sino que acudían también agricultores, granjeros y gentes de la montaña del Ática que acudían a la ciudad durante los festivales y que conocían a las principales figuras de la política ateniense pero seguramente no les tenían en mucha estima. Los buenos poetas, conocedores de esta situación, trataban de ridiculizar a estas odiadas figuras políticas para así agradar al público y conseguir un éxito seguro para sus obras. Robson (2009: 166), hablando de cómo seleccionaba Aristófanes a las "víctimas" de sus dardos dice que, entre otros factores:

Tradition and habit would also been key factors: for instance, comic poets prior to Aristophanes had routinely targeted politicians and this was a tradition that Aristophanes upheld. What is more, if Aristophanes (or indeed another comic poet) made a successful joke about an individual, that joke might well bear repeating: Cleonymus, for example, is mocked no fewer than nine times in Aristophanes' eleven surviving plays for his alleged shield-throwing.

Cuando Aristófanes comenzó a escribir comedias tenía la ventaja respecto a sus rivales de que él también procedía del campo [5]. Él había crecido entre la gente que mayoritariamente constituían el público de las comedias y los conocía muy bien: sus gustos, sus intereses... etc. Por lo tanto, Aristófanes sabía muy bien lo que tenía que hacer para complacer a su gente y conseguir que sus obras fueran un éxito. Como acabamos de ver que señalaba Robson, él incrementó hasta un punto que nadie había alcanzado anteriormente la presencia de la crítica política en sus obras, de modo que éstas están llenas de las impresiones que la gente de la calle tenía de sus políticos [6].

Es en la primera parte de la carrera de Aristófanes donde podemos encontrar las comedias que se ocupan más específicamente de temas políticos, porque era más joven y más impulsivo, pero sobre todo por encontrarse en una época de gran convulsión política en Atenas. Desde su primera obra (que no nos ha llegado), Los comensales, en el 427 a. C., Aristófanes, por lo que sabemos del argumento de la pieza, había mostrado su respeto por las tradiciones atenienses y sus ancestros rurales, al mismo tiempo que había dejado claro su desprecio por las nuevas modas: los demagogos, los sofistas, los sicofantas... etc. Pero sería su siguiente obra, Los Babilonios (también perdida), en el 426 a. C, su primera comedia realmente "política". Se trata en este caso de una sátira política mucho más amarga, y desde luego, mucho más personal que la anterior. Ésta parece haber sido inspirada por un hecho histórico que había tenido lugar aquel mismo año, "la revuelta Lesbia", y las consecuencias que ésta provocó. Según lo que se sabe de su argumento, la obra criticaba la sangrienta represión que tuvo lugar después de que la situación hubiera sido controlada por los atenienses, y criticaba a algunos de los políticos del momento, especialmente al que había sido el instigador de tal decisión: Cleón. Parece ser que Cleón no aceptó muy bien la crítica de Aristófanes, y trató de vengarse denunciando al comediógrafo ateniense por "insultar a la ciudad en presencia de forasteros", tal y como nos dice el propio Aristófanes en Los Acarnienses. Aunque Aristófanes fue declarado inocente por los magistrados, los dos hombres se convirtieron en enemigos mortales y Aristófanes sostuvo una incesante guerra contra Cleón durante la primera parte de su carrera. No podemos por tanto entender estas primeras comedias (Los Acarnienses, Los Caballeros, Las avispas y La paz) sin comprender primero quién era Cleón, y cómo le veían sus contemporáneos y especialmente Aristófanes [7]. Pero en lo que concierne a Los Babilonios lo que queda claro es que con esta obra temprana Aristófanes, ya desde el primer momento demostró que su temeridad en materia política superaba con mucho la de la mayoría de sus competidores, ganándose así una merecida reputación en este tipo de comedias.

Los Acarnienses, que ganó el primer premio en las Leneas del 425 a.C., supuso una especie de tregua temporal en su guerra personal con Cleón, pero de todos modos continuó siendo una comedia muy política [8]. De hecho su intención era la de condenar la guerra precisamente mostrando las desventajas que la gente sufría en el Ática debido a la guerra del Peloponeso, en contraste con los beneficios que el héroe, Diceópolis, obtenía como resultado del tratado de paz que éste hacía con los espartanos [9].

En esta obra Aristófanes hace muchas bromas referidas a algunas figuras políticas del momento, y evidentemente si el lector no sabe quiénes eran estas personas y lo que los Atenienses en las calles decían sobre ellos, no va a poder entender estas bromas: es el caso de Cleónimo, que era un político considerado por sus coetáneos como un satélite de Cleón, y que tenía fama de ser un cobarde. O de Hipérbolo, también un político muy influyente. Una de esas bromas, por ejemplo, es la que realiza Aristófanes ya en los versos 7-8 cuando dice haberse regocijado con "los cinco talentos que hubo de vomitar Cleón". Evidentemente si el lector, o el espectador, no conoce quién era Cleón y su relación anterior con Aristófanes no va a poder entender nunca la broma, ya que con ella Aristófanes alude a los cinco talentos que, al parecer, la clase de los caballeros había obligado a Cleón a devolver, acusándole de haberlos obtenido por medio de sobornos [10]. La broma adquiere su significado completo si se sabe que Aristófanes presuntamente había escenificado literalmente esta escena en su anterior obra hoy perdida, la ya mencionada Los Babilonios, y que esto le había supuesto la total animadversión de Cleón, como también se ha visto ya.

Sin embargo, el caso más claro de bromas a costa de un personaje en esta pieza es el de Lámaco, un conocido general ateniense que era uno de los principales impulsores de la guerra contra Esparta. Si el receptor de la obra no sabe quién fue Lámaco se va a perder sin remisión el mensaje que Aristófanes quiere transmitir con esta comedia. Porque toda la trama está construida sobre el contraste entre las comodidades de las que disfruta Diceópolis como resultado de su acuerdo de paz y las dificultades y peligros que tiene que enfrentar Lámaco debido a su condición de general.

Pero es que Los Acarnienses al completo no se puede entender bien si no entendemos algo tan básico para la obra como quiénes eran aquellos que forman el coro y que a la vez dan título a la comedia: los Acarnienses. Éstos eran los miembros del demos de Acarnas, el más grande de todos. Pero eso, tal cual, no nos explica nada. Hay que conocer un poco la historia de este demo en los años inmediatamente anteriores a la obra para entender por qué Aristófanes escoge a este grupo de personas como el paradigma de aquellos en principio más predispuestos a continuar la guerra con los Espartanos. Y es que cuando en el año 431 a.C. el rey espartano Arquidemus había invadido el Ática, éste había acampado en este demo y había llevado a cabo una prolongada devastación del territorio. Por lo tanto es normal que éstos fueran considerados desde luego los más firmes defensores de la lucha contra los espartanos como defensa para sus tierras tan frecuentemente devastadas. Y es por esto que Aristófanes les elige como los principales defensores de la guerra en contraposición al héroe defensor de la paz, Diceópolis. Así además se entiende que éste se muestre tan respetuoso en todo momento con el coro, al que en ningún momento trata de vencer, insultar o ridiculizar, porque entiende que tenga motivos más que sobrados para desear la guerra tras todo lo que les habían hecho sufrir los espartanos. Por el contrario, Diceópolis sólo trata de convencerles de que no toda la culpa de esa guerra es de los espartanos, y sobre todo de las ventajas que puede reportarles una paz con éstos. Tomamos prestadas sus palabras a Olson (2002: 42) para explicar la argumentación de Diceópolis. Y es que para éste:

(...) the war has nothing to do with the needs or aspirations of average citizens, but has been brought about by the self-serving behaviour of a few bad but influential individuals abetted by a general local obtuseness. The Spartans and their allies have only reacted reasonably to an endless series of Athenian provocations (esp. 540-56), and the fact that the annual Peloponnesian invasions of Attika have done average citizens a great deal of painful damage is thus true but beside the point. The war was begun and continues in order to serve the interests of a fast-talking political and social elite, who masquerade as servants and protectors of the Athenian people and have inexplicably managed to take the populace in. Not only has Dikaiopolis not betrayed his city, he has acted as anyone with any sense would; what is surprising is that no one else has done the same.

Hay además en la obra numerosas referencias políticas basadas no ya en personas, sino en instituciones y eventos. Por ejemplo, al principio de la obra, cuyo escenario es la Pnix, hay una crítica feroz a la pasividad de la Asamblea y a la arrogancia de sus miembros, y sobre todo a cómo los demagogos y los embajadores se benefician de la guerra engañando a los ciudadanos. Y hay algunas escenas que están construidas sobre la presunción de que el público sabe lo que algo significaba. Por ejemplo, la celebrada escena en la que Diceópolis está probando cada uno de los vinos (en realidad, tratados de paz) que Anfiteo le trae desde Esparta (v. 186-202):

Diceópolis. Que griten. ¿Traes la paz?
Anfiteo. Ahí, tres calidades que ves aquí. (Le enseña tres odres de vino). Ésta es de cinco años. Pruébala.
Diceópolis. (Probando el primer odre) ¡Puf!
Anfiteo. ¿Qué pasa?
Diceópolis. No me gusta, porque huele a pez y a preparativos navales.
Anfiteo. Pues toma esta de diez años y pruébala.
Diceópolis. (Probando el segundo odre). También ésta huele a embajadores enviados a las ciudades de la Liga, muy ácida, como a retrasos de los aliados.
Anfiteo. Pues esta otra (le da el tercer odre) es de treinta años por tierra y por mar.
Diceópolis. (Probándola) ¡Oh Dionisias! Huele a ambrosía y a néctar y no aguardar a la "comida para tres días", sino que dice con su boca: "ve donde quieras". Ésta la acepto, la confirmo con una libación y me la beberé: mando a paseo muchas veces a los acarnienses. Y yo, libre de guerras y de desgracias, me voy a casa a celebrar las Dionisias del campo.

O la divertida escena en la que Diceópolis está comerciando con el Tebano y éste último le pide a cambio de sus mercancías algo que haya en Atenas y que no tengan los Beocios (v. 860-929). Ingeniosamente Diceópolis le ofrece un sicofanta (v. 895-913):

Tebano. ¿Y qué precio recibiré por ésta?
Diceópolis. Ésta me la darás como derechos del mercado. Pero si vendes de estas otras provisiones, dímelo.
Tebano. Lo vendo todo.
Diceópolis. Dime, ¿cuánto pides? ¿O vas a llevarte de aquí otras mercancías?
Tebano. Lo que haya en Atenas y en Beocia no.
Diceópolis. ¿Quieres llevarte, sin duda, boquerones del Falero o cacharros de barro?
Tebano. ¿Boquerones o cacharros? Los hay allí también. No, algo que allí no hay y aquí hay en abundancia.
Diceópolis. Ya lo sé: llévate un sicofanta tras empaquetarlo como cacharro de barro.
Tebano. Sí, por los dioses, voy a ganar mucho dinero si lo llevo, como si fuera un mono lleno de malicia.
Diceópolis. Pues mira, aquí está Nicarco a ver si denuncia a alguien.
Tebano. Es pequeñito.
Diceópolis. Pero pura maldad.
Nicarco. ¿De quién son estos fardos?
Tebano. Míos, de Tebas, por Zeus.
Nicarco. Entonces, los denuncio como enemigos.

La genialidad de esta escena es imposible de entender en su auténtica magnitud si no se sabe quiénes eran en la Atenas de la época los sicofantas. Éstos no eran otros que aquellas personas que se dedicaban a denunciar a otros ciudadanos, acusándolos de cualquier cargo. Y es que si los acusados eran hallados culpables sus acusadores se quedaban con una parte de los bienes del acusado, razón por la cual los sicofantas se habían convertido en una auténtica plaga, pero sólo para Atenas, que era donde estaba en vigor esta norma. De ahí que Diceópolis les considere en la obra un producto genuino de Atenas, y de ahí también la comicidad de la escena, al "pagar" Diceópolis al Tebano con un "producto" ateniense del que en realidad le gustaría librarse.

Pero, probablemente, la escena más difícil de entender si el espectador no tiene al menos ciertos conocimientos de historia griega es aquella en la que el propio Aristófanes parece hablar al público a través de la voz de Diceópolis y le cuenta su versión de por qué empezó la guerra del Peloponeso (Los Acarnienses 497-551). Según éste todo empezó por culpa del "decreto megárico" [11]. Fue ésta una medida que tomaron los atenienses como castigo por lo que ellos consideraban un comportamiento poco amistoso por parte de los megarenses, y que impedía a éstos la entrada a Atenas y a los estados de su imperio. Es un pasaje muy largo en el que hay numerosas referencias a los diferentes estados de Grecia, y a algunas de sus figuras políticas. Según algunos críticos (Croiset, 1973: 57), una de estas figuras, Pericles, es el adversario real de Aristófanes en Los Acarnienses, el principal objetivo de su sátira porque el comediógrafo ateniense lo consideraba el principal instigador de la guerra. Y es que, cuando en un determinado momento Esparta había ofrecido la paz a cambio de la retirada del decreto megárico mucha gente, y entre ellos probablemente el propio Aristófanes, lo habían considerado un precio mínimo si con ellos se conseguía la paz. Pero Pericles, en aquel momento el político más influyente, consiguió hacer prevalecer su idea, que no era otra que insistir en que si Atenas cedía en este tema habría sufrido una derrota moral ante Esparta, y ésta luego probablemente hubiera realizado más exigencias. En conclusión, la guerra continuó y por ello se creó una intensa corriente de opinión que consideró a Pericles como el auténtico responsable de la guerra. Entre los que así pensaban, sin lugar a dudas, estaba Aristófanes [12].

Ya se ha explicado anteriormente que esta comedia supuso una especie de tregua temporal en las hostilidades entre Aristófanes y Cleón y, de hecho, es cierto porque éste no aparece en ningún momento en escena, y no es criticado en toda la obra. Pero esto no quiere decir que Aristófanes se hubiera olvidado de él, ni mucho menos. En varias ocasiones a lo largo de la obra (Los Acarnienses 5-7, 377-383, 502-505) parece desafiar a Cleón, a través de la voz de Diceópolis, a que le denuncie otra vez, y le advierte que esa especie de tregua no va a durar mucho más tiempo.

Esa amenaza se haría realidad al año siguiente con Los Caballeros. Esta nueva comedia fue representada en las Leneas del 424 a. C. y supuso un ataque directo contra Cleón [13]. Al igual que en el caso de Los Babilonios, estaba directamente inspirada en un acontecimiento que había tenido lugar poco tiempo antes, y si no se conoce en qué consistió este incidente es difícil comprender el verdadero significado de la obra, aquello que Aristófanes realmente estaba intentando explicar. Este acontecimiento fue el "asedio de Pilos", del cual Cleón obtuvo grandes beneficios y que le proporcionó gran fama y multitud de honores. Al parecer el asedio al que los atenienses, dirigidos por Demóstenes estaban sometiendo a los espartanos se estaba prolongando demasiado y en Atenas comenzaban a impacientarse. Y fue entonces cuando Cleón aseguró en la Asamblea que si le daban el mando de la operación a él acabaría en breve con la resistencia. Así lo hicieron, y en efecto nada más llegar Cleón a Pilos ésta cayó y aquel regresó victorioso a Atenas con los rehenes espartanos. La opinión de Aristófanes era que Cleón se había atribuido a sí mismo el mérito de la expedición cuando, en realidad, no había sido mérito suyo sino de Demóstenes, ya que era éste quien había preparado el plan que culminaría con la captura de un elevado número de espartanos que se habían quedado bloqueados en la isla de Esfactaria. Para Aristófanes Cleón simplemente había llegado a tiempo de tomar parte en la acción que ya estaba preparada e iba a tener lugar de todas formas, pero en cambio éste reclamó toda la gloria para sí.

Al comienzo de Los Caballeros el primer esclavo, quien se supone que representa al propio Demóstenes, nos cuenta la historia en el celebrado pasaje del "pastel" que representa metafóricamente la acción en Pilos (Los Caballeros 40-73):

Nosotros dos tenemos un amo rústico por su carácter, roehabas, irascible, el Pueblo de la Pnix, un vejete malhumorado un poco sordo. El pasado primero de mes compró un esclavo curtidor, un paflagonio muy malvado y calumniador. Este esclavo, dándose cuenta de las maneras del viejo, el Paflagonio de los cueros, cayó a los pies del amo y se dedicó a mimarle, a halagarle, a adularle, a engañarle con recortes de cuero, diciendo así: "Oh Pueblo, báñate primero y en cuanto sentencies un solo juicio, coge tu bocado, sorbe, tómate el postre, coge el trióbolo. ¿Quieres que te sirva una cena?" Entonces el Paflagonio se apodera de los que uno de nosotros haya preparado para el amo y le obsequia con ello.

Así, anteayer yo había amasado en Pilos una torta laconia y él de la manera más canalla se me pasó por delante, me la birló y se la sirvió él mismo: ¡la torta que yo había amasado! A nosotros nos tiene a distancia y no deja que ningún otro sirva al amo, sino que llevando una rama... de cuero, de pie mientras él cena, le espanta... los políticos. Canta oráculos y el viejo entra en el delirio de la Sibila. Y cuando lo ve atontolinado, ha inventado una industria: calumnia falsamente a los de dentro y somos azotados nosotros. Y el Paflagonio, corriendo detrás de los servidores, les exige, les intimida, recibe sobornos diciendo: "¿Veis cómo he hecho azotar a Hilas? Si no me obedecéis, moriréis hoy mismo." Y nosotros pagamos; y si no, pisoteados por el viejo cagamos ocho veces más.

Pero aparte de este pasaje en el que se nos cuenta tal acción, podemos encontrar otras muchas alusiones al asedio de Pilos repartidas a lo largo de la obra (versos 357, 393, 713, 753-754, 758, 1017, 1064, 1068-1069, 1182, 1212) ya sean por parte del Paflagonio, atribuyéndose el mérito de la misma, o por parte del Criado o del Morcillero acusándole de haberse atribuido falsamente dicho mérito. Por lo tanto, es imposible comprender correctamente la obra si no se sabe a qué se están refiriendo en todas esas ocasiones.

Aparte de múltiples referencias y chistes a costa de otros políticos conocidos de la época que ya aparecían en Los Acarnienses como Hipérbolo (versos 1315, 1374), Cleónimo (versos 969, 1303, 1383) o el propio Pericles (verso 283), se pueden encontrar en Los Caballeros referencias a algunos otros personajes históricos que no aparecían en aquélla como Temístocles (versos 84, 829, 895) que no se pueden entender si no se tiene al menos una cierta idea de quién fue tal personaje. Temístocles había guiado a los atenienses a la victoria sobre los persas en la batalla de Salamina y luego, tras ser desterrado de Atenas acusado de filomedismo, se había refugiado en Persia, donde había prometido al rey persa Artajerjes que conquistaría para él toda Grecia. Pero al final no quiso ser el esclavizador de toda la Hélade y se suicidó bebiendo la sangre de un toro que sacrificó a Ártemis. A pesar de no ser un personaje de la obra, Temístocles resulta muy importante en la misma ya que Aristófanes demuestra sentir una gran admiración por él. Y es que el cómico ateniense le utiliza como ejemplo de lo que realmente debería ser un buen político y estratega para Atenas, un verdadero héroe nacional, en contraposición a la demagogia que representan políticos como Cleón, que sin haber hecho prácticamente nada pretendían atribuirse a sí mismos tal estatus [14]. De ahí que el Morcillero increpe en un momento al Paflagonio diciéndole "¡tú, el que se compara con Temístocles!" (verso 829).

Para poder entender la trama de la obra tenemos que saber también que Nicias, quien se supone es representado por el segundo esclavo, era otro general ateniense que, habiendo realizado también otras muchas hazañas militares, al igual que Demóstenes se veía en aquel momento postergado ante la popularidad recién adquirida por Cleón. Y, sobre todo, resulta muy importante para poder entender la elección por parte de Aristófanes de los caballeros para formar el coro saber quiénes eran éstos y qué relación tenían con Cleón. En la división social imperante en la Atenas de la época los caballeros constituían la segunda clase de la escala y eran ricos propietarios que, debido a su abultada situación económica, podían permitirse el costearse un caballo y la equipación necesaria para formar parte del cuerpo de ejército ateniense que iba a caballo. Pero, sobre todo, lo más importante a la hora de comprender la obra es que eran conocidos en la Atenas de la época como enemigos de Cleón porque le habían rechazado cuando éste intentó convertirse en uno de ellos cuando era joven. Además, como ya se vio a propósito de Los Acarnienses, le habían obligado a devolver un dinero acusándole de haberlo obtenido por medio de sobornos. De ahí que Aristófanes los considere como el aliado perfecto para ayudar al Morcillero en su lucha contra el Paflagonio. Y de ahí también que cuando en la obra éste pregunta quién puede ser su aliado ante tamaño adversario al que todo el mundo en la Atenas de la época temía el primer criado le responda "Pero están los caballeros, gente de bien. Son mil y le odian. Ellos te ayudarán, y también todos los ciudadanos nobles y honrados" (versos 26-27).

Y hay que saber además que el dueño de los esclavos representa al pueblo de Atenas para comprender por qué el Paflagonio está todo el tiempo tratando de complacerlo, y por qué ese es el mismo método que Agorácrito utiliza para vencerle. Y es que esto se debe a que, para Aristófanes, el poder de Cleón residía únicamente en su capacidad para saber cuáles eran los deseos del pueblo y satisfacerlos todos. Por lo tanto, la única manera de vencerle era encontrando otro político que utilizase sus mismos métodos, pero llevándolos todavía mucho más al extremo de la vulgaridad y la picardía, tal como en la obra hace Agorácrito. A través de toda la obra, y desde el mismo pasaje al comienzo de la misma que ya vimos, Aristófanes está criticando y burlándose de los rasgos que caracterizan la imagen pública de Cleón: su supuesta habilidad para interpretar los oráculos, su costumbre de acusar judicialmente a cualquier enemigo político bajo cualquier cargo, su forma de hablar a voces... etc. En definitiva, tal como señala Henderson (1998: 7) "Knights was the first comedy entirely devoted to the vilification of a single individual, and seems to have established the main features of the demagogue figure...".

Su siguiente comedia, Las nubes, aparte de un ataque aislado a Cleón, no contiene ningún tipo de crítica política. Pero al año siguiente, en el 422 a. C., Aristófanes reanudó su guerra particular con Cleón con su obra Las avispas. Pero en esta ocasión, más que sobre política propiamente dicha, Aristófanes da su opinión sobre el sistema judicial en la Atenas del momento [15]. Así, en esta comedia el autor expone dos tendencias diferentes representadas por un padre y su hijo que tienen dos visiones opuestas sobre cómo un buen ciudadano tiene que cumplir sus obligaciones para con el sistema judicial. Sin embargo, la obra no deja de estar íntimamente relacionada con la política [16] y, a pesar de que al comienzo de la obra el Criado 2 asegura que en ésta no volverán a "hacer picadillo a Cleón" (verso 62), lo cierto es que Las avispas vuelve a suponer un ataque directo a éste [17]. De hecho, Cleón es constantemente mencionado por su nombre a lo largo de la obra (versos 62, 198, 241, 409, 596, 759, 1032, 1221, 1226, 1238, 1284), y, sobre todo, ambos personajes protagonistas reciben los nombres de Filocleón ("amigo de Cleón") y Bdelycleón ("enemigo de Cleón").

Aparte de la trama general hay en la obra numerosas referencias específicas y bromas sobre figuras políticas como Teoro (versos 41, 46, 418, 609, 1121, 1235), Alcibíades [18] (versos 42, 45), Laques o, de nuevo Cleónimo (versos 19, 20, 823), personajes todos ellos de los que si el espectador no tiene al menos una noción de quiénes eran va a ser incapaz de comprender las bromas a su costa o las críticas vertidas contra ellos. Pero, sobre todo, si no se tiene un mínimo conocimiento del modo en que funcionaba el sistema judicial ateniense y de la influencia que las figuras políticas tenían en él es imposible comprender la verdadera opinión de Aristófanes y lo que estaba tratando de criticar con esta obra. Lo mismo ocurre con las referencias constantes a algunas instituciones como la Pnyx [19], el Consejo o los Tribunales. A éstos últimos pertenecían todos los ciudadanos atenienses mayores de treinta años que así lo desearan, aunque solían ser casi siempre personas mayores que encontraban en esta actividad una ocupación y un medio de ganarse la vida gracias a los tres óbolos que recibían como pago. El número total de estos jueces era de seis mil. Según Dover (1972: 129):

Athenian juries were in a sense committees of the sovereign assembly, but committees of a rather special kind; they could not be called to account, nor was there any appeal against their verdicts, and to this extent they were themselves sovereign. Since prosecutions for administrative corruption, procedural irregularity, military failure and bad political advice were common, the juries had it in their power to make and break political careers, and the death penalty was inflicted quite readily.

La obra comienza con dos esclavos contándose el uno al otro los sueños que han tenido [20]. Como han señalado algunos críticos como MacDowell "The dreams are comic allegories about Athenian politicians: Kleonymus and Kleon, Theoros and Alcibíades. These political jokes serve to 'warm up' the audience before the main story of the play begins, and also imply that political themes will be prominent in it." (1996: 150). De hecho, las dos principales críticas que realiza el autor en la obra no son ni contra el sistema judicial ni contra los ancianos que actuaban como jurados. Porque lo cierto es que la mayoría de los críticos coincide en señalar que Aristófanes sentía gran respeto por el sistema judicial tradicional ateniense, y todavía respetaba aún más a esos ancianos, que habían ayudado con su esfuerzo a establecer el imperio ateniense. Y lo que es más, Aristófanes deja entrever a lo largo de la obra que él creía que la sociedad ateniense les debía ese dinero que ganaban como jurados. Su crítica real en la obra era que el dinero que la sociedad ateniense pagaba iba directamente a unos pocos políticos y no a los ciudadanos de Atenas, tal y como trata de explicar Bdelycleón a su padre en el pasaje que comprende los versos 655 a 695. Y sobre todo que, como también ha señalado MacDowell (1996: 163) gracias a ese dinero los políticos manipulaban a los jurados en los tribunales, por lo que ellos querían que los jurados permanecieran pobres para que así éstos emitieran veredictos contra los políticos rivales. De ahí que Bdelycleón diga a su padre en un determinado momento: "Tú no mandas, sino que sirves, creyendo que mandas" (Verso 519). En palabras de Dover (1972: 129):

Bdelykleon's argument is designed to prove that this power is illusory, and that the jurors are slaves (682, cf. 515-521); the real power lies with the politicians. (...) Bdelykleon successfully conveys the impression that somehow or other the money all goes to them, the politicians who manipulate in their own interests those vey juries which they seem so to flatter and cherish.

Pero, sin lugar a dudas, la escena más divertida de la obra y al mismo tiempo la que requiere un conocimiento más específico de la situación política en Atenas en aquel momento es la del juicio a los dos perros. Porque esos dos perros, llamados Ción de Cidateneón y Labes de Exoneo, representan supuestamente a Cleón y a Laques respectivamente, y hay que conocer lo que había sucedido previamente entre estos dos políticos para poder entender la escena correctamente. Y es que Laques era el general ateniense que había mandado en el 427 a. C. una expedición contra Sicilia que no había tenido mucho éxito. A su regreso de dicha expedición había sido acusado de que su fracaso se había debido a la aceptación de un soborno. De ahí la acusación en la obra por parte del perro que representa a Cleón de que el perro que representa a Laques se ha comido un queso de Sicilia (versos 837-838 y 895-898). Al final el mensaje que Aristófanes parece querer dejar es que todos los políticos de la época eran malos, porque usaban a la gente pobre normal como Filocleón para sus propios intereses y además porque siempre estaban robando el dinero que debería ir a parar a los ancianos. Pero entre los políticos, Cleón y sus amigos eran para él los peores porque ellos también robaban el dinero y, además, al mismo tiempo acusaban a sus oponentes de hacerlo.

Para algunos críticos Las avispas supuso un punto de inflexión en la carrera de Aristófanes como escritor de comedias. Hasta aquel momento casi todas sus obras habían estado dedicadas principalmente a la crítica política, pero desde entonces en adelante sus comedias se volvieron cada vez menos políticas, centrándose en otro tipo de personajes: escritores de tragedias, filósofos e incluso dioses. Y aunque sus obras siguieron conteniendo algunas referencias y bromas a políticos como Cleónimo o Trasíbulo, ya no estuvieron nunca más dedicadas específicamente a temas políticos.

Por ello su última comedia política fue La paz, representada en el 421 a. C. en la Ciudad Dionisia. En ella vuelven a aparecer referencias directas e indirectas a figuras políticas frecuentes ya en la obra anterior de Aristófanes, como Cleón (versos 58, 271, 648, 669, 755, 757), Lámaco (versos 304, 473, 1291), Cleónimo (versos 446, 675, 676, 1295), Brásidas (verso 641), Hipérbolo (versos 681, 922, 1318). Pero esta obra ya no era tan política porque, aunque la trama básica se le ocurrió a Aristófanes tomando como base los acontecimientos políticos que estaban teniendo lugar en Atenas en aquel momento, lo cierto es que sus protagonistas ya no son ninguno de los políticos arriba mencionados, tal como ocurría en Los Acarnienses con Lámaco, en Los Caballeros con Cleón o en Las avispas con Laques, sino simple gente normal que interactúa con los dioses. Aquí los políticos de relumbrón sólo aparecen a través de referencias y chistes a su costa, pero no tienen el peso específico en la trama ni la importancia que tenían en las obras anteriores. Aún así, como ha señalado muy acertadamente Olson (1998: 41) "What matters in Peace is thus not theology but politics, and much of the play is devoted to showing how political affairs in Greece have gone so disastrously wrong in recent years".

También aparece en esta comedia otra posible explicación de por qué empezó la guerra entre Atenas y Esparta que apunta directamente a otras dos conocidas figuras de la Atenas de la época: Pericles y Fidias. Según explica Hermes a los labradores "la desgracia comenzó con el infortunio de Fidias" (verso 603). Con estas palabras Aristófanes está haciendo referencia a cuando Fidias al parecer fue acusado de malversación de fondos públicos al presentar la cuenta de gastos de la estatua crisoelefantina de Atenea que realizó para el Partenón. Según apunta Aristófanes, Pericles se hallaba implicado en el fraude e intentó desviar la atención pública que se cernía sobre él y su amigo Fidias provocando un conflicto externo a través del Decreto Megárico que desembocaría en la guerra [21].

Aunque probablemente la escena de la obra que más necesite de un conocimiento adecuado de los antecedentes históricos para poder ser entendida correctamente es aquella en la que Trigueo pide ayuda a todos los pueblos griegos para sacar la estatua de la diosa Paz de la cueva en la que se halla encerrada. Y es que ciertos individuos y ciudades tenían, real o supuestamente, interés en que la guerra continuara. De ahí que, en primer lugar, Trigueo proteste porque los beocios más que ayudar tirando estorban (versos 464-465). Esto se debe al resentimiento que probablemente sintieran éstos en el 422/21 ante el progreso de las negociaciones de paz entre atenienses y espartanos. También acusa Trigueo a Lámaco de estorbar (v. 473), comprensible si se tiene en cuenta que se trata del mismo general que en Los Acarnienses mostraba su entusiasmo por la guerra. Tampoco los argivos hacen mucho por rescatar a la paz según Trigueo (verso 475). No es de extrañar teniendo en cuenta que Argos, que tras Esparta era la segunda potencia militar del Peloponeso, había permanecido neutral en la guerra entre ésta y Atenas y, por lo tanto, se beneficiaba de esta situación coqueteando con ambos bandos para darle su ayuda a unos u a otros. En cambio los megarenses sí que intentan ayudar (verso 481), lógico teniendo en cuenta que ellos eran uno de los principales perjudicados en la guerra al encontrarse en medio de ambos bandos. Y precisamente por eso en la obra, aunque quieren, tampoco pueden tirar muy fuerte porque están débiles por el hambre que pasan. Aunque finalmente Trigueo les acusa de que también estorban más que ayudan, y les reprocha que fueran los primeros en frotar a la diosa con sus ajos (verso 502) en clara referencia al Decreto Megárico que ya se vio en referencia a Los Acarnienses. Por último, ni siquiera los atenienses tiran todo lo que debieran, porque tienen toda su atención puesta en su afición a los juicios, como ya explicaba el poeta en Las avispas. Esto parece indicar que para Aristófanes todos son culpables y que carga contra todos por igual. Aun así, según Bowie (1995: 149) "There is a strong pan-Hellenic flavour to the celebrations, but the leader of the action is for the most part either an Athenian or the city as a whole". Es decir, que en el fondo Aristófanes parece estar ofreciendo a Atenas la posibilidad de redimirse de su parte de culpa si lidera al resto de ciudades griegas en la consecución de la paz.

Pero, aunque cualquier espectador puede entender la trama de esta comedia sin tener conocimiento alguno de la situación política de aquel momento, si de verdad se quiere apreciar el impacto real que la obra tuvo para sus contemporáneos, hay que ser consciente de la esperanza que la reciente muerte tanto de Cleón como de Brasidas (los dos principales opositores a la paz en ambos bandos del conflicto) había traído a los ciudadanos atenienses quienes, tras muchos años de continuas guerras, veían por fin la paz muy cerca. Tanto es así que la representación de la obra tuvo lugar solamente diez días antes de la rúbrica formal del tratado de paz. De este modo el tema de La paz afecta no sólo a Atenas sino a todo el mundo helénico que sufría el conflicto entre las dos principales ciudades-estado. Esto la diferencia radicalmente de la otra obra de Aristófanes en la que se trataba el tema de la paz, Los Acarnienses, ya que mientras en ésta última Diceópolis sólo se preocupa de su propio interés, consiguiendo una tregua para sí mismo, en La paz Trigueo habla en todo momento de conseguir la paz para todos los griegos: atenienses, megarenses, beocios, argivos y espartanos. Este cambio de perspectiva viene propiciado por la diferente situación política en la que se concibieron ambas obras. Y es que, mientras en el 425, fecha de representación de Los Acarnienses, la paz se veía aún muy lejos y en consecuencia la obra parece una especie de protesta contra la guerra, en el 421, fecha de representación de La paz, el fin de la guerra como ya se ha señalado era inminente, por lo cual la obra pretendía ser más una especie de celebración de este acontecimiento que una protesta [22].

En definitiva, es imposible una correcta asimilación de las comedias más políticas de Aristófanes (las que aquí se han analizado) para un público que no tenga al menos un conocimiento básico de la situación política de la Atenas del siglo V a. C. Porque sus comedias están llenas de crítica política. Esta constante crítica a los políticos atenienses parece emanar del intenso amor que sentía Aristófanes por el pueblo llano que formaba la población del Ática (no en vano, como ya se explicó, él había crecido entre ellos). Por lo que se desprende de sus comedias el autor no podía soportar ver a estas gentes sencillas siendo estafados y maltratados por políticos autosuficientes que solamente querían ostentar el poder a toda costa, especialmente los demagogos. Por lo tanto, él utilizó sus comedias como un modo de mostrar la cara real de los políticos, caricaturizándolos frente a los espectadores, al mismo tiempo que proporcionaba a su público las soluciones para terminar con los problemas políticos que les acuciaban, dándoles buenos consejos en cada obra [23]. Y es que, como señala Gil Fernández (1996: 81):

(...) en múltiples pasajes de sus comedias Aristófanes reivindica la dignidad de su misión, como si quisiera erigirse en maestro y guía de sus conciudadanos. La comedia conoce y defiende lo justo, repite varias veces, aunque sea difícil de decir y duro de escuchar (Acarnienses, 497-501; 645, 659-664; Caballeros, 509 ss.; Nubes, 518 ss.; Avispas, 1015). El poeta es un educador político del pueblo que, sin acepción de persona, expone lo conveniente al bien común y aspira, como un médico, a curar las dolencias de la ciudad (Acarnienses, 633-635, 650-658; Avispas, 1023-1028; Ranas, 686 ss.).

Parte del éxito de Aristófanes se debe a la convicción y el convencimiento con los que el poeta afrontó esta labor, especialmente durante la primera mitad de su obra. Posteriormente, hacia el final de su vida, la tragedia y la comedia clásica fueron desapareciendo precisamente por la ausencia de los condicionamientos socioculturales que la habían hecho posible. En el caso de la comedia, al decaer la situación política, no existir guerras que denunciar y no quedar ya políticos de relumbrón a los que satirizar (unido todo esto a la progresiva reducción de la libertad) ésta fue desplazando su foco de atención de la vida política de la ciudad a la vida social diaria de los habitantes de la polis dando lugar a la transición hacia la comedia media y nueva de Menandro.


NOTAS

[1] Véase David, 1984.

[2] Véase el conocido cómic de Ralph Koening Lisístrata o su adaptación cinematográfica del mismo nombre de producción española, dirigida por Francesc Bellmunt en 2002.

[3] Para saber más sobre este tema consúltese Conford, 1968, y Rodríguez Adrados, 1972.

[4] Véase en este sentido Cantarella, 1969: 313-352; Carrière, 1979, y Henderson, 1993: 307-319.

[5] Lo poco que se sabe de su vida lo conocemos a través de sus comedias, como que tal vez era hijo de colonos atenienses establecidos en la isla de Egina, o que debido al minucioso conocimiento de la vida en la ciudad que se refleja en sus obras se le presupone una residencia continuada en Atenas, aunque la nostalgia de la vida campestre que se desprende de varias de sus comedias nos hace pensar que quizá pasara parte de su niñez en el campo. Véase Gouman, 1974: 73-77.

[6] El tema ha sido tratado con profusión entre los estudiosos de la comedia aristofánica. Consúltese Croiset, 1973; Gomme, 1938: 99-109; Halliwell, 1991: 48-70; Heath, 1987 y 1997: 230-249; Paronzini, 1948: 26-41, y Sánchez Lasso de la Vega, 1972: 9-89.

[7] Sobre este particular consúltese Edmunds, 1987: 233-263.

[8] Hasta el punto de haber generado un ingente volumen de estudios críticos dedicados al tema, como por ejemplo, Edmunds, 1980: 1-41; Foley, 1988: 33-47; Forrest, 1963: 1-12, y MacDowell, 1983: 143-162.

[9] Más sobre este tema en Carey, 1993: 245-263.

[10] Tema estudiado en profundidad en Carawan, 1990: 137-147.

[11] Véase al respecto Atkinson, 1992: 56-64, y Sommerstein, 1986: 101-108.

[12]Sobre la figura de Pericles en la comedia de Aristófanes consúltese Ameling, 1981: 383-424, y Cairos, 1982: 203-204.

[13] Para mayor información sobre este ataque directo véase Edmunds, 1987, y Welsh, 1979: 214-215.

[14] Puede hallarse más información sobre la visión que Aristófanes da de Temístocles en Anderson, 1989: 10-16.

[15] Tema estudiado en Boegehold, 1967: 111-120.

[16] Véase Olson, 1996: 129-150.

[17] En este sentido resulta muy interesante Storey, 1995: 3-23.

[18] Personaje cuya relación con el propio Aristófanes ha sido estudiada en Moorton, 1989: 345-359.

[19] Para saber más sobre cómo funcionaba esta institución véase Thompson, 1936: 151-200.

[20] Esta primera escena ha sido estudiada en profundidad en Borthwick, 1992: 274-278.

[21] Más sobre esta interpretación de la intencionalidad de Aristóteles en esta obra en Blanchard, 1982: 74-78.

[22] Sobre este particular consúltese Newiger, 1980: 219-230.

[23] Véase Lloyd Stow, 1942-3: 82-92.


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