Lázaro Álvarez

Poemas

 

Alexas: Rosa bajo la lluvia

 




POESÍA

Aquí es
siempre de noche.
Alrededor
de estas palabras.

Nombramos cada cosa,
la besamos,
para reconocerla 
o abrazarnos a ella.

No hay por qué abrir tanto los ojos
para ver si es sueño
ni para despertar
un poco más.

Y no para iluminar
a nuestras manos,
sino por calentarnos,
nos acercamos
al silencioso fuego.

Solo por calentarnos.

Bajo la vasta noche
donde se dobla la sombra de las cosas
y en cuyos bordes
nuestra memoria
parece que alborea.


CACERÍAS Dones de la violencia: Dormir o despertar. Caer y recobrarse Y otra vez recobrarse. Luz y lluvia de los aburrimientos. Reinos diminutos Sentidos a cabezadas. Dulce violencia De la frente contra el abismo. Tormenta suave que no se apaga En la boca despierta. Sombra que nos rescata Desconocidos Como amargo sabor. Pero nada sucede. Recuerdo del relámpago. Rayo que aniquila Lo que más ama. Nada aparece. Truenos del sueño. Ráfagas de dudas. Ni adelante ni atrás: El cazador hundido En una charca del amanecer. Ni dormir Ni despertar.
EL OLVIDO Una lluvia diminuta y pertinaz cubre otra vez el agua reposada y la piel se eriza de germinaciones. Demasiado para los pobres ojos. Tiembla en el charco el mudo resplandor del cielo recomponiéndose otra vez. Quien viene hasta su orilla nada puede encontrar. Nada perdido: La lluvia pura de una plenitud sin rostro y sin imagen. Una mirada ciega.
YA ES DE NOCHE Y LLUEVE Un día no es nada: el tiempo justo de volverse uno mismo. Y sobreviene la noche Petronio Ramas chirriando sus alturas al amanecer, hojas que recién despiertan de la lluvia. Frutas robadas al deslumbramiento, agua de luna donde espantamos vacas, azulejos cruzando, y pasto duro que el día incendia, y rápido devora. Así la infancia iluminada. Así la vida que se consume rápido: y ya es de noche y llueve todavía. Y lejos, lejos vuelve a nacer el día.
UN DÍA Ningún viento podrá apagar la llama que en nada se sostiene. Cada día dura un rato más la luz de la misteriosa permanencia. Pero quizás un día se apague para siempre. Y llegue un día un otro viento inesperado que no viene de ninguna parte.
SUEÑO DE INVIERNO Para la nueva lluvia el mundo es nuevo. Un viento sin origen se refugia en los árboles de afuera y una perdida lejanía hace cantar sus gallos. Como las hojas secas rotos diálogos giran. Ruido de imágenes a través de los años en los ventanales empañados. Lo que pasó engendrando destinos vuelve a estar en nosotros como un fruto repetido del porvenir. Y cae por primera vez la nieve lenta de todos los exilios.
LOS AÑOS Como la herida endurecida de un niño a cada juego, distraído, abierta nuevamente. Como el amante loco girando alrededor del monótono canto de su noria. Como el pequeño cují bajo la dura lluvia que ya nunca puede ni morir ni envejecer. Así el ciego deseo, todavía no curado, de vivir en el mundo de nuestros lentos años.
LA FLOR DE LA BOCA Mi mano busca un asidero Y solo encuentra una rosa donde apoyarse H. D. Si alguna mañana La molicie gris se cambia Por un cielo donde pasaron aves, Si al despertar en la mañana Consigues que tomada en todos sus lugares Por un peso de ausencia Como un fraude imprevisto, No digas nada aún. Espera. No fácilmente nace una palabra nueva. Como la llama que te acompañó en la noche Permanece Sin decir nada. Al viento Entregado y más sereno todavía. El dolor crece Sin que lo notemos en el día Como las rosas. El cielo cambia. Y amanece fresca en el jardín Una flor nueva.
ÁNGELES Estalla muy lento el cálido sentido de este día. El viento repentino mueve amorosamente la cortina que revela tres veces en el patio la ropa tendida que se eleva. Y desde mi se va un claro aroma de aves hacia el cielo.
ESTELA: PARA LILA LUGO La cortina se niega y se resigna. La luz aburre sobre el piso donde ya murió el día. Un vaso de agua colmado de silencio. La ventana serena. Y nadie sobre la cama ni piensa ni recuerda ya.

 

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