José María Jurado

Ma petite ballerine

 

Edgar Degas: Bailarina

 


Blue Moon [tarde] Aérea y tenue como marca de agua del horizonte. [noche] Grávida y fría como dracma de plata para Caronte.
What's in a name? Tu nombre es un tapiz en donde crece un arbusto de espinas aceradas junto a un arco ojival y una vidriera. Sobre la agreste sombra de las ramas han brotado las flores como gemas para tu larga cabellera rubia. Acaricio los nudos de esta tela y los pétalos pasan a mis manos de tus manos dormidas de doncella. Por las salas umbrías del museo donde siempre ha crujido la carcoma, ebria de trementina y alcanfor, hay un rastro de rosas de Inglaterra, cuando olvidé mi nombre en tu mirada y supe que el amor no tiene nombre.
Danza Eslava

[Dvorak: Danza Eslava No. 2 in Mi menor op. 72]

  Bajo la fronda umbría de los árboles y la estatua de bronce de un poeta caído en una insurrección romántica mirar el horizonte sobre el río mientras bajan muy lentas las gabarras cargadas de carbón y de tristeza por el cauce del Elba o el Danubio. En la vieja ciudad de verdes cúpulas pensar en nuestro amor como el reflejo de las luces cambiantes de la orilla o las turbias fronteras del Imperio que las aguas redimen con un brillo fugitivo y mortal, pero constante. Contemplar, abrazados al crepúsculo, cómo crecen las sombras y la nieve.
A la sombra de las muchachas en flor

[Jueves Santo, Sevilla]

Arrastran cabelleras y medusas, fugaces ojos grises y miradas mojadas por la luz, fuera del tiempo. Avanzan por remotos laberintos, por las hondas callejas de la muerte al abismo insondable de la noche y son la noche misma con su débil equilibrio de sombras y de sueños, de anestesia inyectada en los jardines. Bajo la frágil brisa de una luna mecida por la plata de los peces, sobre barcas de agua se cimbrean. Caminan con un manto de tristeza y una corona extraña hecha de plomo, como reinas ignotas del desierto. Y llegan entre nubes y entre flores a redimir la nada y la amargura, la soledad que es soledad del mundo. Desaparecen luego por barrancos de lágrimas y músicas lejanas y amanece detrás la primavera.
Ma petite ballerine

Para Paloma María

Para que tú movieras esta tarde los brazos como alas de paloma Edgar Degas pintó en una buhardilla la muselina rosa de tu falda, y en las noches glaciales de Moscú las bandadas de cisnes acudieron al regazo incendiado de Tchaikovsky. Para que tú agitaras en el aire tus diminutas piernas de libélula, trazó el bastón de Marius Petipa el paso a dos silente de la nieve en palacios de inviernos imperiales, y en un lago de hielo incandescente moría Anna Paulova cada noche. Estos son los tratados de armonía. Pero, ¿cómo explicar este misterio de seis años y un mes y balbucientes pasos de ruiseñor sobre las tablas si no nace la danza del amor que siente por el cuerpo el cuerpo mismo? Sal otra vez, pequeña bailarina, vuelve a arder como el fuego, no te importe quemar mi corazón, y transfigúrate, porque hoy eres un cisne y solo un cisne.

 

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