Edgardo J. Núñez Caballero

Poemas

 

Fernand Léger: La gran flor andante

 




I    
 
Donde el vino emborracha de certeza
a los místicos. Ahí. A esa hora.

Justo antes que los hielos expiren
bocabajo en el whiskey de los bares

como dioses ahogados, otra lengua
se asoma bajo el cielo de tu boca.

Otra sed va creciendo. Otra herida
le impone su voz a tus deseos. 


  II  No persigues al tiempo, funambulista, a punto de saltar casi a punto de no saltar, funambulista, vas sintiendo que tu sombra te dibuja precipicios en la piel. Perdiste el alma en la carretera, tonto cazador de vértigos y múltiplos de cero. No te paras a pensar, funambulista, casi a punto de saltar casi a punto de no saltar, todo está escrito bajo tus pies. Cierras los ojos, funambulista, y el suelo vuelve a su lugar: ya el agua te acerca a los labios el ojo violento del huracán, ese trabajo encadenado que es la sed.
III Detrás de los párpados cerrados se abre una puerta color caída.


 

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