Elías Hacha

A68AE130

 

Mikalojus Konstantinas Ciurlionis: Creación del mundo X (1906-1907)

 


 

No es normal que un señor que viaja al centro mismo de la Gran Explosión que genera el universo conocido, un señor que explota literalmente y se vuelve uno con esa gran explosión, vuelva después a recuperar su pequeña unidad de andar por casa, su pequeña memoria de pocos lustros y todas las particulares pequeñeces que conformaban su vida antes de semejante viaje.

Y si difícil es que regrese a su antigua unidad, tanto o más extraordinario resulta el hecho de que ésta siga funcionando encajada en la minúscula parcela de mundo y tiempo que tenía asignada. Por empeñarse en mantener tal convicción, el astronauta A68AE130 viene siendo sometido a observación siquiátrica por dos miembros de mi equipo desde el pasado 28 de Junio. Aunque estuve realmente interesado en el caso desde sus comienzos, mis ocupaciones no me han permitido entrevistarme con él hasta esta misma mañana.

 

A68AE130 se presentó como voluntario en Octubre del pasado año con la intención de participar en una misión sólo apta para héroes o suicidas: La Autoridad Científica aseguró que sería posible enviar una nave tripulada al corazón mismo del Big-Bang con la protección suficiente y a la suficiente velocidad como para calcular la probabilidad de regreso en un 7'142 %. Las posibilidades de morir para el tripulante elegido serían de trece sobre catorce. Lo que no se había calculado era la probabilidad de que permaneciese cuerdo en caso de que consiguiese regresar.

El proyecto había interesado a la Real Autoridad, y ésta no tardó mucho en convencer a la Autoridad Económica, que como es sabido es la Autoridad que ostenta la autoridad real, de la conveniencia de abordar este proyecto "que culminará sin duda -es una cita textual extraída de SEMANARIO 17- el largo proceso de exploración espacial en el que la civilización se ha visto inmersa desde dos milenios antes de nuestra era, cuando, con gastos desproporcionados, se vio cumplido el viejo y estéril sueño de pisar un astro tan poco rentable como el satélite Luna".

La Autoridad Económica sólo encontraba una objeción: el riesgo de fracaso era demasiado elevado. Había posibilidades de efectuar un desembolso muy superior al presupuesto inicial - el proyecto lo merecía - pero era necesario reducir el riesgo como mucho a un 5%. La Autoridad Científica tenía previstos los cálculos necesarios ante esta respuesta: con treinta y siete naves la probabilidad de que una de ellas regresara era del 95'21 %. Morirían treinta y seis de los astronautas, pero estaba prácticamente garantizado que uno al menos lograría regresar.

Apenas el proyecto se había presentado como oficial, cuando la totalidad de los Organismos Privados de Producción manifestó sus deseos de invertir en él. Seis semanas más tarde estaba ya construida una flotilla de cincuenta y dos naves, y el número de astronautas voluntarios superaba los mil quinientos. La selección se realizó con rapidez. A68AE130 quedó clasificado en decimotercer lugar y en consecuencia se le asignó la nave número 13.

El día 28 de Junio a las cero horas tuvo lugar el lanzamiento de la nave 1. Pronto alcanzó y superó, convertida en microestructura de ondas gomecianas, la velocidad de la luz. Veintitrés minutos después desaparecía su señal del panel de seguimiento. Se marcaron las coordenadas del salto al antiespacio: En caso de regresar esta nave, lo haría por ese preciso punto entre 215.400 y 215.420 segundos más tarde. Menos de tres días.

Cada media hora fue lanzada una nave, en riguroso orden numérico. A las seis de la mañana despegó la número 13 tripulada por A68AE130. Lo mismo que todas las demás llegó veintitrés minutos después al punto de penetración en el antiespacio, pero en lugar de desaparecer inició inmediatamente el camino de regreso. Sorprendió enormemente este hecho a los técnicos de la base, sobre todo teniendo en cuenta que regresaba manteniendo desde el principio la misma velocidad con la que había llegado al punto crítico. Veintitrés minutos después, cuando aún se mantenía en el monitor la señal de la nave número 14, tomaba tierra en la base. (Antes de proseguir con el relato de lo acaecido a A68AE130, es preciso decir que el resto de las naves salió según el horario previsto y que hasta el día de hoy, dos meses después, ninguna de ellas ha vuelto.)

A68AE130 fue recibido en primer lugar por el Equipo Médico. Según el informe elaborado por éste, todas sus constantes vitales se mantenían dentro de los parámetros de la normalidad, aunque el sujeto presentaba un estado de gran euforia. El Coordinador del equipo quiso dejar constancia escrita de que el astronauta besó y abrazó a todos los médicos repetidas veces con un sincero afecto. Aparte de esto, nada en su conducta le pareció sintomático de ningún tipo de desequilibrio sicológico.

Simultáneamente al chequeo médico, el especialista en Navegación comprobó, por pura rutina, el marcador de distancias y las gráficas de velocidad de la nave. Según esperaba, la distancia coincidía con los datos del panel de la base. También confirmó el inexplicable hecho de que había iniciado el trayecto de regreso sin alterar la velocidad final del trayecto de ida. Era un dato sumamente extraño que hacía pensar en algo similar a un rebote, si un rebote a tal velocidad no hubiera tenido que desintegrar totalmente la nave, aunque ésta en tales condiciones no tuviese más consistencia que la de unas ondas de radio.

El medidor energético de la nave fue quizá lo que más sorprendió -y también enfadó- al técnico. Este medidor, diseñado para calibrar el nivel de energía en el núcleo de las estrellas, consiste en un hexaedro hueco de diamante sintético opaco -prácticamente indestructible- en el interior del cual se aloja al vacío una pequeña esfera de iridio ionizado. Esta esfera, al penetrar en el núcleo de la estrella cuya energía se desea medir, se reduce en tamaño, aumentando por tanto su densidad, de manera proporcional al nivel de energía percibido. Pues bien, cuando el especialista abrió el hexaedro no encontró en él la esfera metálica. Este imperdonable defecto de fabricación fue sacado a la luz por SEMANARIO 17 y la Empresa responsable, tras ser demandada, cerró por quiebra dos semanas más tarde.

Posteriormente al chequeo médico A68AE130 fue entrevistado personalmente por la Máxima Autoridad Científica. Tras esta entrevista recibí el encargo de mantener al astronauta en observación durante el tiempo que fuese necesario. Las autoridades reconocieron públicamente el fracaso del proyecto, se produjeron algunas decenas de "dimisiones" y todo el asunto quedó reducido a la rutina de un tratamiento siquiátrico.

Esta mañana, un par de horas antes de reunirme con el paciente, he podido escuchar la grabación que se realizó de la conversación que éste mantuvo con la Máxima Autoridad Científica. Transcribo las declaraciones más significativas:

"-No sólo alcancé el centro de la Gran Explosión, sino que yo mismo fui la Gran Explosión (...)"

"-(...) como una luz que se veía a sí misma (...)"

"-(...) fuera del tiempo (...)"

" -(...) alegría, sí, ¡una inconmensurable alegría! Se podría decir que la alegría es la materia de que está hecho el universo (...)"

"-No puedo hablar de tamaño. Más grande que lo más grande. Más pequeño que lo más pequeño. No era un tamaño como podemos entender el tamaño (...)"

"-Muchas cosas. Comprendí muchas cosas. Cosas que no puedo explicar. Cosas que ni siquiera puedo recordar (...)"

"-Pues claro que era yo! Desapareció, se disolvió mi forma humana, pero no mi ser... era yo, se lo aseguro!"

"-(...) porque somos el mismo, mi General. Vd. y yo, y su secretaria... Somos el mismo (...)"

"-Y sin previo aviso, otra vez el viejo ser humano. Pero un ser humano transformado, pleno hasta el borde, definitivamente afortunado, despierto. Y la nave. Otra vez la nave. Supe sin duda que regresaba. Y que lo había conseguido (...)"

Creo que con esta muestra basta para comprender la causa de que el asunto haya pasado a mis manos. No hay más que echar un vistazo a cualquier antología de escritos místicos para encontrar este tipo de aseveraciones. Lo que me sorprende es que A68AE130 cree haber llegado a este estado no tras un ejercicio de meditación o tras una larga vida dedicada a la elevación de su espíritu, sino pilotando la nave número 13 de una serie de cincuenta y dos. A través del espacio.

Lo recibí en mi despacho. Parecía feliz. Y dueño de la situación. Aparte de reafirmarse en todas las declaraciones contenidas en la grabación, su conversación me resultó sumamente interesante. Pronto comprobé que estaba ante alguien muy inteligente y con gran sentido de la realidad y del humor. Lo puse francamente en antecedentes acerca de todos los informes con que me he documentado antes de hablar personalmente con él. En tono de broma le comenté el asunto del medidor energético defectuoso.

-No era defectuoso, afirmó secamente. Cuando se publicó el caso me sorprendió muchísimo. Me gustan esos aparatos. Tengo algunos estudios de Física de la Navegación... yo mismo abrí el cubo antes de despegar y comprobé que la esfera estaba allí. No quise decir nada porque quería salir de su "Institución" lo antes posible. Hubieran dicho que todo formaba parte de mi locura. Pero bueno... ya lo sabe. Hace unos días que creo que hay algo que se podría hacer.

No me esperaba esta sorpresa. Decidí observar hasta donde podía llegar.

-Vd. dirá.

-Hay que pesar el hexaedro vacío.

Fuimos en mi coche hasta la base. En uno de los hangares se conserva aún intacta la nave número 13. No fue difícil con mis credenciales obtener el medidor energético vacío y procurarnos otro de idéntico modelo. Comprobamos el peso de ambos: idéntico. El volumen del iridio no estaba, pero sí todo su peso. Era un cálculo muy simple.

-Lo imaginaba, dijo sonriente. Creo que deberíamos notificar esto.

Por un momento dudé. Pero la situación era muy clara.

-Es inútil. No querrán saber nada. Recuerde que han dimitido los verdaderos cerebros del proyecto. Los que ahora dirigen no estarán muy dispuestos a devolverles sus cargos. Sería como el rebote. Una simple curiosidad más.

-Tiene Vd. razón.

No parecía abatido. Sonrió sin esfuerzo.

-Voy a darle el alta, le informé. Voy a dársela ahora mismo. Pero, por favor, no hable más del asunto. Con nadie. Sólo conseguiría poner mal las cosas para los dos.

-¿Hablar del asunto?... ¡ni loco!

Rió y, no sé por qué, entreví algo grandioso en aquella risa. Y supe a la vez que un nivel infinito de energía no podía ser ocultado durante mucho tiempo. A medida que su espalda empequeñecía en la distancia crecía en mí la certeza de que mi prudente consejo me había privado irremisiblemente de un lugar de privilegio en el mirador de la Historia.

Huelva. Julio de 1988


 

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