Carmelo Guillén Acosta

Doble luz

 

Pablo Picasso: Los amantes

 


 

MI INSEPARABLE

Y aunque yo no soy tú, sin ti yo nada soy.
Te he mirado igual que a mí, mi inseparable,
y sé que adonde mire, mi propio yo eres tú
antes que yo y, por eso, te afirmo como un bien.

No sé reconocerme sino yendo a tu vida,
ni alcanzo más que en ti mi justificación.
Me existes, y yo sé que te devuelvo a ti
cada vez que me amas porque soy en ti mismo.

De qué lado estaremos puesto que el gozo es
la afirmación del otro, mirada mía que alcanza
tu misma identidad cada vez que me miras.

Y crezco cuando creces, y el mundo es este encuentro
donde no pretendemos más que ser en nosotros, 
tú en mí y yo en ti, la línea del amor.


OJOS OSCUROS, DULCES Como tu ancianidad, nunca amé nada tanto. Nunca como esa mano que se hace a la mía y va desde el meñique, con un rumbo aprendido, recorre el brazo arriba y se posa en mi cuello, justo donde sostienes mi barbilla y me miras para que yo te mire, bien lo saben mis ojos. No es de la belleza de donde vengo, no. Tengo tus mismos años, y por eso también sostengo tu mirada y encuentro una ciudad donde no es la belleza su habitante, es el tiempo. Ojos oscuros, dulces, si os he de mirar, al menos consentidme que sea en la mirada que me sigue mirando, que bien sé que es de amor, de mucho amor por mí, aunque traiga la muerte. Con un mirar así, ojos oscuros, dulces, nada puedo temer, pues, aunque me hacen viejo, también sé que me llevan a la resurrección.
EN NOCHE YA CERRADA En noche ya cerrada, sin llave que la abra, eres toda silueta y lo sé porque amo. No necesito más. Sé que aquí hay vida. La escucho porque llega con el día que quiero. Y sé que hay cigüeñas. Las oigo crotorar. Y muros que no ceden; son el lugar del alma. Y cuestas, y campanas que evocan, cuando paso, un tiempo que ha quedado impreso en la memoria. No necesito más. Ni el sueño en el que sueño. Ni siquiera me importa la emoción del instante. Ni escuchar otras voces. Me basta la interior. Ni que dejes de ser. Eres donde yo soy, tan conforme a mi imagen que, cuando voy a ti, me invade la certeza de que tú eres quien viene. En noche ya cerrada, tu inmaterialidad es luz, espacio anímico. ¿Para qué la mirada? Te he conformado en mí. Tú me has hecho a tu modo. De igual a igual, todo lo demás sobra.


 

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