Blanca Elena Pantin

Diario de guerra


 

Paul Klee: Cuento al estilo de Hoffmann

 


 


En un  momento dado en el centro del tablero
me abrí paso
y llegué a casa, a salvo
de salto en salto
sobre las metras [1]
que ellos, mis hijos,
me tendieron 
Así me salvaron de la guerra


Esta mañana con mi perra tuve la certeza: "Estamos en guerra" el anuncio fue la belleza nada de tanta luz como ese día que juntas caminamos por el jardín sobre el silencio
El lunes invité a Gabriela, mi hija "Vamos a caminar" Las dos atravesamos calles desiertas Le di la mano en el semáforo vimos a los lados no vimos un auto seguimos caminando a nuestro paso sobre la acera tomadas del brazo
Mi madre construyó un banco en el jardín con cinco tablones de madera que cargó uno a uno Desde aquí la casa es un espacio un jardín arbolado de pájaros que llegan a la ofrenda de las frutas después de la travesía Así atraviesan la tarde y la guerra
Una noche de la guerra jugamos a las palabras magnéticas Dulce montaña niña canta o Elefante río hierba playa la arena duerme
Un avión sobrevoló la casa a la hora cuando hablábamos bajo como se habla cuando se toma café a la hora del alba
Dimos una vuelta en la más oscura hora de la mañana cuando los árboles vuelven a ser árboles iluminados, así, apenas por las lámparas No había nadie sino nosotros, en el carro solos como la más desoplada de las gasolineras "Vamos a desayunar", te invité y entramos al café de la carretera Compramos pan, el primero del horno y lo llevamos a casa de regreso
Rogué para que nadie interrumpiera ese rato Me resultaba un ejercicio exhausto responder que miraba el cielo "Qué haces?", me preguntó mi padre Entonces compartimos ese instante esa noche oscurísima de diciembre
Estuve en un lugar de la ciudad que no conocía ¿Puedo asomarme?, pregunté Todo me resultó desconcertante, quiero decir dulce y amable como la imagen que me traje de esa tarde de un niño en bicicleta desplegada a la vista sobre el patio
Un hombre entra al vagón con una lámpara abrazada otro le cede el puesto El hombre de la lámpara se sienta y la abraza Es una escena de una fragilidad delicada no es común en todo caso que un hombre ceda a otro su lugar para que otro cuide lo que lleva en el regazo


[1] En Venezuela, bola de jugar, canica.


 

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