…y se hizo el piano… Voy a escribir una canción herrumbrosa y triste como todas las que se han escrito. No escribiré sobre el reloj de sal (ay de las tintas inflamadas de ternura) ni sobre el piano. Seremos tú y yo y la lluvia seca de Chopin mojando esta estirpe de soñadores y otros espantos que ha borrado tu madre con la escoba. Tendremos que cambiar, sobrevivientes ígneos del mar que tanto lleva. (El óxido es amigo del sonido.) Aún así, el salitre de mi llama, la declaración desnuda de parques, y Chopin, serían poco para estas paredes mustias.
ser pájaro y bronce no supieron… Alfonsina Storni No supiste ser pájaro, aún así intentaste atrapar la nada y anidar. Nunca sabremos la verdad absoluta, como nunca supimos dibujar la impaciencia o la libertad. Correrán los pantanos a sus cauces, y un suspiro negro tornará algo lánguida tu mirada. El andar y andar sin el camino, sacrificio dantesco y excitante. Tuviste siempre la paciencia de lo agnóstico, de lo que es seno y costilla. Ni plumas ni pico, sólo este sabor a amargo bronce entre los párpados.
Fe
Cuando se reza frente a la Virgen,
azul y ociosa, madre de polillas y azares,
se pueden escuchar cigarrillas inquietas, nubladas.
Transforma la Virgen los panes en cosas menores que un pez.
Mi madre me prohíbe el vino.
Teme a esos espasmos que en las noches suelen quebrar las flores de
su altar.
Madre no sabe que mi andar se pierde entre vitrales exiguos
y malanguetas oxidadas que se retuercen en las ventanas.
Madre cierra los postigos y espanta las caricias que Jehová
me tiene reservadas.
Compra muchos lápices y el grafito se gasta en vanidades.
La Virgen no envejece.
Una brocha celeste la empaña todos los mediodías de Octubre
hasta que se nos vuelve pétrea,
poca cosa,
como esas ancianas que en los circos venden ciruelas.
Tengo las piernas rotas de espanto.
Cuando le rece a la Virgen el credo absurdo de mis excesos,
no sabré qué rodilla poner en tierra.
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