Víctor Jiménez

Las cosas por su sombra


 

William-Adolphe Bouguereau: La bohemia

 





PIEDRA EN EL AGUA

EMIGRARON los años lo mismo que las aves.
De aquellos días tibios, serenos de la infancia,
como vagos esbozos sobre lienzo de niebla
apenas han quedado, suaves, en mi memoria
algunas pinceladas de leve veladura.
Así la primavera pasó dejando sólo
alguna que otra flor, un guijarro en el río,
un aroma de lluvia, unos labios de agua.
Hoy, sentado en el íntimo umbral de cada tarde
bajo el cielo aterido y tordo de noviembre,
para olvidar que el tiempo también tiene su prisa,
en las cálidas olas de ayer mis ojos hundo
como en los de una niña morena y misteriosa.


ANTÍTESIS ¿SE canta lo que se pierde? Siempre que derramo el alma, el frío la vuelve nieve. Se pierde lo que se canta.
SOLEDADES Mi corazón espera también, hacia la luz y hacia la vida, ANTONIO MACHADO CUANDO en el corazón te hiere el viento gris de la soledad como una espada y se te va quedando el alma helada de tanta ausencia y tanto abatimiento; cuando no queda, bajo el firmamento, nada que encienda la esperanza, nada que avive, al menos, la memoria y cada minuto es un pasar amargo y lento; cuando surcas la noche y el olvido como el pájaro en vuelo y malherido por la flecha más torva y más certera; cuando al dolor, de frente, desafías, cómo en tus ansias agradecerías otro milagro de la primavera.
EL NIÑO ¿POR qué esa monotonía que con la edad ha venido a nublarte la sonrisa si nunca creció contigo el niño que todavía -y siempre- se acerca al río y juega, junto a la orilla, a esconderse del olvido de la mano de la vida?
ATUENDO SI nunca creció contigo el niño que llevas dentro, cómo es que se le quedaron tan cortos todos sus sueños.
EL AGUA ENTRE LAS PIEDRAS ENTRE las pobres cosas más humildes, aquéllas cuyo olvido nos perdonan siempre, la vida algunas veces surge como la amiga ausente que, al volver una esquina, de súbito aparece con todo su esplendor bajo la lluvia. Como el rumor del agua entre las piedras. Como la luz del alba entre los álamos.
LA DICHA TAL vez la dicha sea, entre otras cosas cotidiana y hermosamente simples, venir, como esta tarde, a recogerte, a la salida del colegio, ¿sabes?, y bajo el sol dorándose en tu pelo, llevarte de la mano y sorprenderme, como si del olvido regresara, de ver que ya me llegas justo al pecho y de lo mucho que a ella te pareces; y al aire nuevo de la primavera, pasear por el parque y de palomas llenarme el corazón y la mirada cuando alegre me cuentas que sacaste un siete en Naturales y que Bea te ha invitado a su fiesta de cumpleaños. Acaso sea la dicha, como tú, una niña traviesa que se esconde detrás de una caricia o de la puerta de esta cafetería donde estoy merendando contigo mientras Laura Pausini, tu cantante preferida, se pregunta en estéreo ¿POR QUÉ NO?

 

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