Víctor Jiménez

Taberna inglesa

 

Edward Hopper: Autoservicio

 


                                     
TABERNA INGLESA

En la vida hay lugares que te esperan
con la misma paciencia que los puertos.
Lugares en la niebla, ignorados lugares
que, justo a la distancia del asombro,
no sabes que te estaban esperando
hasta que un día vuelves inesperadamente.
Lugares imposibles de encontrar
si nunca te perdiste alguna vez,
si nunca te quemaste
por no jugar con fuego.
Son lugares que tienen
reservado el derecho de admisión
y prohibida la entrada al propio olvido.
Vespertinos, noctámbulos lugares
como este bar de copas
donde tu ausencia sale a recibirme
y me invita a tomar un ron con cola
en el rincón tan íntimo de siempre,
mientras suena de fondo Yesterday
y la nostalgia trae, como si fuera el aire,
tu perfume a jazmín no sé de dónde.
Lugares -tú lo sabes- que son cómplices
de cálidas miradas
que dicen, en silencio, tantas cosas…
Misteriosos lugares como éste,
esta taberna inglesa
donde habita el recuerdo
y, a veces, hace el tiempo un alto en su camino.
Un lugar en el mundo
donde todo es distinto, donde todo es tan tuyo
que tiene el ron de caña a medianoche
el sabor clandestino del beso de tu boca.


OTRA VEZ ÍCARO Todo pasó en un vuelo. No sé ni cómo ha sido. Siempre había tenido los dos pies en el suelo. Y enredado en su pelo y en sus ojos hundido, sin subir, he subido de repente hasta el cielo. Y me preguntas hoy qué haré al caer, qué voy a hacer cuando se vaya. De momento, volar. Después, que arroje el mar mis sueños a la playa.
DIÁLOGO AL ATARDECER Podríamos hacer por no encontrarnos. Hacer, si coincidimos, como que no nos vemos. Y pasar y seguir como si sólo fuéramos dos sombras sin nombre que se cruzan, dos extraños. Podríamos -no sé- evitar las sonrisas, el roce de las manos, mirarnos a los ojos como se mira el fuego. Podríamos, quizá, olvidar dónde estamos, los lugares, las horas, nuestras citas a la luz de los sueños; regresar a la niebla, volver a la penumbra como hace una calle cuando se queda sola cada noche. Podríamos dejar, lo mismo que un paraguas, olvidados los labios, olvidada esta tarde, aquella fecha; olvidarnos de todo como hace la nada. Podríamos -me dices- recordar quiénes somos, que las cosas no son como queremos, que siempre están mejor las cosas en su sitio. Podríamos -decimos, nos decimos-. Pero sabes que luego…
LO QUE QUIERO DECIR Lo que me callo ni te lo imaginas. Me estoy haciendo joven de quererte. Lo que quiero decir es que la muerte nada me importa cuando me iluminas con esas tus miradas clandestinas. Lo que quiero decir es que mi suerte no es sólo que me mires, sino verte cuando me hablas o no, cuando caminas, cuando te ríes, cuando te preocupas porque algo va mal, cuando te ocupas de que todo esté bien, cuando me pides que te pida un café cada mañana, cuando te vas porque te da la gana… y, por quererte, quiero que me olvides.
VIAJERO Como el fugaz viajero que con tristeza deja, tras una corta estancia, la ciudad misteriosa que sus ojos cautiva, y se vuelve a mirar las casas que, a lo lejos, se borran lentamente, mientras siente en la sangre haber perdido el día en comprar los recuerdos y no haberse perdido en sus calles ocultas, en la luz de sus sombras; como aquel solitario viajero que se sueña cada noche viviendo lo que pudo haber sido quedarse para siempre, del amor y la vida tristemente hoy te alejas sin dar un solo paso, pensando en el regreso que sabes imposible, sabiendo que quedaron por hacer tantas cosas…


 

Cabecera

Portada

Índice