Rosario Troncoso

Fantasmas

 

Berthe Morisot: Ante el espejo

 


Fantasmas Quebrarme entera hasta escupir cristales.

Carmen Camacho

Despertar ya de noche de la siesta. Tres horas como siglos y algunas llamadas perdidas. Quizás esto es el miedo. Desorientarse, en medio de la cama, y sentir los dedos fríos buscándote y tropezar con el vacío. Recobrar la memoria de repente, frente a la extraña en el espejo, y saberme mutilada y sin nombre sin saber qué decir cuando pregunten cómo estoy, cómo me siento aquí sola, en una casa llena de fantasmas, y temiendo borrar todo tu rastro negándome a tirar tu cepillo de dientes.
Las primeras luces De pronto todo es menos dulce y más metálico el sabor. Este sigilo nuevo tuyo, la hiriente habilidad para vestirte, y la prisa. La prisa para sacar de ti todo lo que había dentro de mí. El sol ya no pasa de largo, pero aquí dentro las sombras hoy son más rápidas que tú, y ascienden por las escaleras. No cambiaré las sábanas con restos de deshielo. Soy fuerte con las primeras luces. Pero sabes que he vuelto rota: son trozos de mi muerte fingida y transitoria lo que cruje bajo tus pasos.
Flores de vapor Este sitio vacío de tu ropa Huele igual que olías tú hace diez años: A deseo y flor de sal, A tu agua de colonia, A despedidas dulces, Al temblor previo a un beso Cada viernes en la puerta de casa. No hay flores de vapor dibujadas para mí en nuestro espejo. Tan solo eco de gritos. Y cicatrices En las paredes. Hoy sí llenaste la maleta, dejando tras de ti un baile macabro en las perchas.


 

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