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Luz, memoria y palabra: Cuerpo nombrado.
Antología poÉtica de Miguel FloriÁn

Francisco Martínez Cuadrado


Con el título de Cuerpo nombrado ha visto la luz una antología poética de Miguel Florián. Todos sabemos de la asendereada vida de los libros de poesía: las tiradas son cortas, la distribución no siempre es la adecuada y la reedición prácticamente imposible... ¿Dónde encontrar hoy libros de Miguel como Anteo, Lluvias, Memoria común, Cuerpos, incluso otros más recientes? Ahora, este Cuerpo nombrado nos ofrece una amplia muestra, seleccionada por el propio poeta y editada en una colección de amplia difusión: “Poesía” de Algaida Editores, que ha publicado la obra con la colaboración de la Caja San Fernando.

Llega además esta antología en un tiempo de plenitud artística del autor: el último de los libros recogidos en ella, Reparto de sombras, confirma las altas cotas de perfección y hondura poéticas alcanzadas por la poesía de Miguel Florián en estos años. Y esa obra sigue en marcha con nuevos poemarios en prensa que harán de este Cuerpo nombrado no un punto de llegada sino un descanso en el camino.

Esta selección poética, pues, nos permitirá valorar el conjunto de quince años de la producción lírica de Miguel Florián, su unidad y su evolución, la recurrencia polivalente de sus símbolos... o simplemente nos hará disfrutar de nuevo, o por primera vez, de unos versos hermosos y perfectos en su forma; alegres o turbadores, reflexivos o exaltados, pero siempre penetrantes, intensos y profundos.

Por todo ello ha sido para mí un motivo de satisfacción escribir el prólogo que precede a esta colección de poemas. Siendo toda lectura poética un acto individual y, sin renunciar por tanto a mi subjetividad como lector, quería, no obstante, que el contenido del prólogo no se apartara excesivamente de la ideología poética de Miguel Florián, al menos la que él ha manifestado de forma expresa. Para ello recurrí a artículos, ensayos, incluso declaraciones periodísticas donde Miguel dejaba ver sus ideas sobre la poesía. Luego, enfrenté unos poemas a otros, organizándolos por afinidades temáticas o estilísticas, de modo que la interpretación del libro partiera fundamentalmente de su propio interior: que cada poema, al explicarse, contribuyera también a explicar otros que le eran cercanos.

Finalmente el prólogo, tras hacer un recorrido necesariamente rápido sobre las obras de Miguel Florián, quedó estructurado en tres apartados que, aun lejos de agotar la amplitud temática de este poeta, apuntan a tres núcleos que yo entiendo esenciales de su lírica: poesía de la luz, poesía de la memoria y poesía de la palabra.

-Poesía de la luz.

En el poema “La luz abandonada” (Lluvias) podemos leer estos versos:

Estuvo allí, tendida en el espacio,
la luz blanca, la luz atravesada
por la espada de un existir más alto.
[...]
No supimos retener
su transparencia. 
Hacia afuera crecimos, hacia la sombra...

Es el destello de esta luz, abandonada al nacer, el que el poeta persigue en las cosas, en los árboles, en las personas, y le inspira algunos de los más hermosos poemas. Esa luz, que otorga su perfección al mundo, incita al cuerpo a fundirse con las cosas, a poseerlas, a participar de esa perfección por el simple hecho de existir: “la belleza es estar y reflejarla”, nos dice en uno de sus versos. Hay aquí toda una corriente de poesía hímnica que tiene la luz como epicentro: luz de la vida, que Prometeo arrancó a los dioses; luz del amor, la antigua llama del Dante. Sin embargo, a lo largo de su evolución poética, las sombras van ocupando un lugar cada vez mayor, hasta dominar el último de los libros recogidos en la antología y titulado Reparto de sombras. Pero luz y sombra, como vida y muerte, no son términos opuestos sino complementarios: por eso el libro que acabamos de citar y que está dedicado a la muerte de sus padres, se inicia con este verso: “Atravesar la sombra hasta lograr la luz...” Sólo al final, entonces, recobramos esa “blanca luz abandonada”.

-Poesía de la memoria.

Muchos poemas de esta antología reviven momentos del pasado, evocados por el vuelo de algún ave, la presencia de un árbol familiar, o el recuerdo en otros niños de la propia infancia, “el solo paraíso que le es posible al hombre”.

Pero la memoria tiene otro sentido más profundo, que debemos relacionar con la anamnesis de Platón: reviviscencia de un mundo originario que debimos olvidar para venir a éste. Y así muchos poemas de Miguel Florián nos ofrecen la visión de un tiempo circular donde el futuro se funde con el pasado; poesía de raíces que busca retrotraerse a un mundo prístino, inicial; mundo anterior a la luz y a la palabra, donde los mares confluyen, donde principio y final, vida y muerte, como en los brazos de una Piedad, se unen en el mismo gesto.

-Poesía de la palabra.

Porque toda poesía es, ante todo, palabra y porque en la de Miguel Florián la palabra desempeña una función salvadora: no sólo preserva del olvido los pecios que logró rescatar la memoria, sino que nombra las cosas en su origen, convirtiendo al poeta en nuevo Adán. Por ello la palabra elegida debe ser la precisa, la exacta, la primordial, como lo es en la poesía de Miguel.

Esta importancia de la palabra se relaciona con el título que ha elegido el poeta para esta antología. En ocasiones la poesía de Miguel Florián se nos presenta como unión de contrarios, síntesis -yo diría- más que hegeliana, juanramoniana, estación total donde se unen lo intelectual y lo corporal, la emoción con la conciencia, la luz y la sombra, el sueño y la vigilia, lo vivido y lo evocado. Creo que el título de esta antología nos remite a esa dicotomía: Cuerpo nombrado nos habla de una poesía donde lo corporal tiene una presencia decisiva: “Tener un cuerpo es mucho” nos dice en uno de sus versos; y continuamente sus poemas nos llevan a un mundo de sabores, texturas, imágenes visuales, sinestesias, donde el cuerpo expresa con plenitud su presente y su pasado, su afán de abarcar y poseer el mundo... pero sólo la palabra tiene el poder de trascender la primera realidad; decir cuerpo nombrado es decir cuerpo trascendido, cuerpo rescatado, convertido ya, merced al poder creador de la palabra, en sustancia poética, intemporal.

“Tener un cuerpo es mucho....” comenzaba el poema de Anteo (“Spinoza”) que hemos citado, y concluye:

Es tener unas manos
y unos ojos, y un pecho,
y una mujer dormida,
y un dios, y la ceniza
del tiempo. Y la palabra

Poesía, pues, sensorial e intelectual a un tiempo, poesía del conocimiento podríamos llamarla sólo si en este título incluimos también el conocimiento carnal, la adermia, palabra con la que el poeta nombra una suerte de fusión verdadera, osmótica, con las cosas. En definitiva, y usando un verso del propio Miguel, podemos definir su poesía como “carne, conciencia y llama”; o lo que viene a ser lo mismo: luz, memoria y palabra; cuerpo nombrado.


 

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