Luis Artigue

Poemas

 

Dapaz: Cartel del 8.º Festival de Jazz de Panamá

 




EL JAZZ ESTRIDENTE COMO SIGNIFICANTE POLÍTICO Y COMO METÁFORA 
DE LUCHA CONTRA LA PÉRDIDA DE SOBERANÍA SOMÁTICA
                                                                   
                                                                   
					A Luis Miguel Rabanal
                                                                   

Sembrando algo en la memoria, que es el centro de mi ser,
su cuerpo sentado para siempre 
me recuerda a una fábrica ya abandonada	
por cuyos cristales que rompí de niño
se escapa aún ahora una historia oscura, virulenta, gótica,
la voz enunciativa del dolor sin drama.
Pero está lo que late, la personalidad, la dignidad, la clase, 
el don integrador de la aceptación
(que, como la rebeldía, 
opera en el dominio de la producción política),
la amistad con protocolos de expresión emocional, 
esa espuma impropia de la conversación cómplice
robada dulcemente a los vasos de cerveza
y la sonrisa (casi paradoja del ciclo de la vida)
en el rostro con firma de alguien irrepetible
que sabe aunque olvida
que nada hay más cruento que la noria de la suerte...

Sí, he conocido a héroes;
gente confinada en sillas de ruedas
avanzando por la vieja carretera comarcal
que conduce a uno mismo
extenuados y brillando tras resumir el día
en su épica lucha por la normalidad:
aprender a vivir de otra manera
sin esos nudos mentales que cuesta desatar
es como una oscuridad
teñida hermosamente
de rojo por el fuego.

Eso, audacia con brújula, 
héroes rodando 
igual que ovillos de lana;
gente entronizada que me grita en sueños
que el presente es hoy, y que en lo ordinario 
está la felicidad, que todo se rompe, que todo se lucha,
que algunos instantes valen la existencia
porque lo infinito brilla en cada instante.

Héroes con aura de luz de neón
semejantes a una sonoridad armónicamente disidente
en la que lo perfecto se desdibuja, y cuyo ejemplo 
recarga mi aprecio por la vida. Avisos. Consignas. 
Revisión de lo humano... ¡La fuerza de lo lírico!

Héroes confirmando
que existe una quietud llena de ritmo.


LA POESÍA NO ES UNA TÉCNICA DE PRODUCIÓN DE SUSTANCIA EMOCIONAL SINO GASOLINA DE AVENTURA Y LADRILLOS CON LOS QUE HACER BARRICADAS DE SENTIDO En Oporto existe un promontorio desde el que abarcar el mundo cuando la emoción demanda nuestra comparecencia. Hay un lugar parecido al instante en el que dije a la poesía me casaré contigo. Y un día renové el ámbito de mi percepción allí, entre la vida más allá del distrito de las casas nuevas, las tiendas de pianos relucientes, los cafés, las bodegas y aquel puente nervioso y exacto de Gustave Eiffel. Por los siglos de los siglos y los sueños me casaré contigo, palabra ingrávida, mujer morena, eco de toda dignidad preestablecida. Contigo en la salud, la enfermedad, el beso obrero en armas frente al determinismo social, pero anexo al vino dulce. Cuidad mirando al río. Desde el andén fluvial y casi como un modo de repensar lo irracional me embargó la tristeza de mi primer poema en Oporto. Un nudo de autopista en el cuello y sol diluíble en gris. Extiende la mirada sobre el lecho nupcial del horizonte amante. Contigo, corazón de manzana; palabra abierta a lo múltiple. Sí, intercambiemos huellas dactilares en la hoguera de la noche de nuestro desposorio. Oporto. Luz de Elena: la radiografía del alba. Partituras de fados dentro de una maleta y el viento lento. El viento. El primer beso en el centro de la mujer de nadie. Este poema escrito con letra de borracho en el reverso de un mapa para saber de dónde vengo además de saber ir. Al infinito nos llevan de la mano la mirada, la ciudad, y este poema con el que nos atrevemos a casarnos mediante ese sagrado para siempre de la página impresa... Por el poder que me confiere la naturaleza yo os declaro unidos como dos siameses con las almas adheridas.
CANCIÓN DE CUNA PARA ADULTOS AL LÍMITE A mi hermano César Voy a dejarte escrito este poema antes de que se enfríe; que te enfríes. Hace viento (dentro de mí, no dentro de este recinto blanco como un escalofrío pero a su vez exento de la sobredosis de imágenes no efectistas que caracterizan el film de la vida diaria), y a estas horas ya todo bien parece una plegaria desesperada y limítrofe frente al estupor y el enigma devenidos del sueño no elegido, pero, ¿qué podemos perder? Mamá ha llorado a mares (ya sé que el llanto es su acto de emancipación emocional y hasta cognitiva, pero a mí me conmueve y me remueve) aunque tal vez podamos recoger lo derramado cuando vuelvas. Sí, tal vez. Hoy le he hablado de ti a una loca niña jazz de pelo equivocado y desaliño bachiller a la que yo amo un cuarenta y dos por ciento más que su novio: le he dicho algunas cosas iconoclastas o reactivadoras recién salidas todas de mi conciencia herida puesta en juego, pero las prácticas de resistencia verbal a la normalización como discurso organizador de la rabia social no están de moda... Venga, vuelve que es demasiado pronto. Da otro sorbo de aire como quien pide otra copa: gin con labios cremosos y no hace falta hielo; ya me entiendes. Sé que insiste el infierno pero no estarás sólo. ¿Sabes? Te escribo raudo en esta habitación color memoria que tú mismo pintaste hace algún tiempo. Ahora miro mis manos y me río de los libros. En otro tiempo yo como naturalizando el delirio te leía historias fantásticas sobre buques fantasma o amores mitológicos que parecían conformar de modo único nuestro bagaje autodocumental, pero hoy de qué te sirve el sudor de la tinta en la cárcel del sueño. El médico nos habla de tiempos de gangrena y el paro me da igual desde que no respiras. Hace varias semanas crujientes que ese lecho te sabe de memoria. ¡Yo protesto! La rebeldía no cura pero ahora qué podemos perder. Papá dice que voy muy poco a verte pero ese box de urgencias huele igual que La Antártida y desde ahí yo miro al mar con empatía. Aún soy mayor que tú y conozco los nombres de todas tus heridas (al pegar mi oído en tierra mido tus taquicardias). Vuelve, que el dolor no habla, y si no estás de acuerdo vuelve y lo discutimos. Ven sonámbulo, gritándole a la vida hasta quedarte ciego, desprendido, con marcas de ataduras en la mente de tanto estar gastado de vagar. Vuelve sin equipaje o rumbo. En tren. A nado. Guiado por sirenas y el goteo del suero. Deslizándote... ¡Como tú quieras vuelve! Guardo para ese instante algunas lunas llenas dentro de tu petaca de plata, y un abrazo ansioso y de juguete; de mentira. Lo escribió Jeannete Winterson: "te quiero siempre es una cita". Por no hacerle reproches a esta casa de nieve ahora que los letreros de la noche están locos voy a dejarte escrito este poema en tu almohada materna antes de que te enfríes; que se enfríe.
IGUAL QUE EN EL ENTRAMADO IDENTITARIO Y POLÍTICO DE LA POESÍA DEL YO EN EL SEXO IMPREVISTO HAY TODO UN PROCESO DE SUBJETIVACIÓN DISIDENTE Como quien abre un libro para ver el mundo vuelvo a tu cuerpo, bella rama del tiempo, aquí en Berlín. Dentro del templo protestante con pórtico ojival de tu sexo vivo y digo: en ti quiero quedarme, en esta glaciación de la luz de los viajes que deja todo intacto bajo el cielo que somos. Vuelvo a tu cuerpo en Berlín, e irse será distinto a no estar. Será tal vez principio inconcluso y herido (no final) después ya de algún tiempo quemándonos los labios al enviarnos luciérnagas tan obscenas como lúbricas a debida distancia. Vuelvo a tu cuerpo. Esa violenta angustia abstracta del ardor combinada con la vaga tristeza devenida de la lúbrica confrontación con la caducidad nos ha devuelto al punto originario y único por medio de este modo de forjar alianzas líquidas que es hacer huidas súbitas y convertir así la primavera en un estremecimiento nervioso más que regale chispas de subjetivación creativa. Vuelvo y me voy de Berlín como si el polvo fuera nieve que recoge en relieve cada una de las huellas de la imposible huida. Tú brillas en este hotel como de nata negra... Ambos sabemos que un día regresaremos igual que peregrinos a este instante inconfeso y fundacional de encuentro del que se ha suprimido toda evidencia. De hecho este poema del eterno retorno no es tan cristalino y unidireccional como parece. Vuelve a leerlo... Seguro que en esta segunda ocasión ya has advertido que la música de la internalización simbiótico-somática no es ni remotamente lo único que late en el subsuelo de estas líneas pues Berlín-Este es un recordatorio simbólico y poliédrico de que tu piel magnética está como barnizada con gotas de luna líquida, lo cual no tiene que ver con el probado hecho de que los poetas eyaculen estrellas de todos los colores sino con que en lo que a mí respecta la poesía ama el mundo en tu nombre.
VENIR A LO QUE QUEDA DEL MONASTERIO DE SAN MIGUEL DE ESCALADA CONTIGO COMO QUIEN SUPERANDO LAS INTRASCENDENTES METÁFORAS DE ESPACIALIACIÓN QUE CARACTERIZAN NUESTRO TIEMPO SALTA EL CERCADO DE LOS SIGLOS PARA CONCELEBRAR EL BUEN GOLPE DE DADOS DE TENERNOS La única generalización posible —no es mío, traduzco el sabor a pepitas de ponche de tus labios— es nuestro yo sin lindes... Mira sino ahora el viento como un ángel crujiente que desmenuza el polvo que ha dejado de ser piedra y de ser templo. Así nosotros —proceso derramable de un abrigo de piel común, la alegría ignota de vivir, dos seres que avanzan por la existencia enhebrando anhelos— sentimos que algo hay de la pureza huida en este enclave ascético que impacientaría a un espejo (muestra este monasterio toda una dentadura de columnas y arcos que recuerdan que la emoción sostiene el tejado de la vida). Entro contigo a mi alma atravesando el pórtico para observar las piedras y recordar que el tiempo firma en la piel de todo aunque lo perdurable celebra cada hoy. Así nosotros. La sombra de los pájaros que sobrevuelan laudos, caricias, preceptos, gestaciones, promesas de aunada infinitud son inquietantes puntos y aparte que hay que tachar del modo en que la luz del alba avanza borrando estrellas... La única generalización factible, amor, es este santuario; es este ayer eterno.
CUANTO MÁS DE CERCA SE OBSERVA LA BRILLANTEZ INSOPORTABLE DE LA MUERTE MÁS DIFÍCIL SE HACE SU COMPRENSIÓN Y ESO PARECE ACENTUARSE CUANDO QUIEN VIVE TAL APAGÓN PRIMORDIAL LO ENTIENDE COMO UN OFRECIMIENTO PERFECTO Para Jacinto Santos En Civitavecchia, cerca de un mar latente y una iglesia hierática que obligan con su ritmo opuesto, entro —el sol es una pira de ardor y sexualidad como llegar a los cien años— en la disimulada arrogancia del silencio de una biblioteca: un email como una salva de otro mundo dice que has culminado tu radical afán por descifrar la oscuridad. La pureza surrealista forja héroes y fragancias que no podemos seguir. Igual que las estrellas cumplidoras de sueños apenas sé estar triste desde lejos. Quieto como quien se halla en la mitad de una larga esperanza pienso en tu cincelada intimidad de hospital, donde el amor, el llanto y demás flores salvajes no te hicieron dimitir del lirismo a la contra, releo lo que escribiste como admitido en las sombras y algo tiene la distancia de amistad no capturada por el haz del presente. Tapamos las cicatrices con medallas enceradas. Si tu forma ejemplar de morir la muerte me ha enseñado algo hermoso como fumar crepúsculos es saber que se alcanza lo a tientas celebrado previamente. Que este poema tardío con olfato de dobermann llegue hasta ti y te encuentre ahora que formas parte de tu prescrita noche y tu irradiante herida; ahora que te has ceñido al más allá de la experiencia para siempre, amén. Como una nueva luz de lámpara que, al fondo del pasillo, civiliza lo íntimo ya embelleces la nada... Y seguimos.

 

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