Juan José Téllez

Europa

 

Valentin Alexandrovich Serov: El rapto de Europa

 


EUROPA Vieja señora de la polka y de Mahler, yo vengo buscando a la madre de Rembrandt, a la que creó a Goethe y a los carnavales, la que tumbó a tiranos e inventó la imprenta. No soy de la Europa de los tercios de Flandes, de la banca suiza ni el tercer imperio, la que mató a sus hijos en el campo de Marte y tenía respuesta para cada misterio. Vengo del secreto de la Monalisa, de los días azules de Antonio Machado, le rezo a los templos que no tienen prisa y siempre perdonan mi mayor pecado. Yo soy de la Europa de los cabarets, la que nunca quemó ni a libros ni herejes ni decidió las guerras a la hora del té o fabricó la troika del tejemaneje. Yo soy europeo del mayo francés de abril, de Portugal, de los claveles, de quienes no llegan a fin de mes pero dan la cara cada quince eme. Más de Fellini que del Vaticano, prefiero el sirtaki a bailar la oca, un vals de Viena y no alzar la mano y al lado del Támesis besarte en la boca. Alma de clochard y de buquinista, soy una novela de Georges Simenon. sólo amo las banderas de los anarquistas y el sí de las niñas que antes dicen no. Soy el pianista del ghetto judío, un moro en Venecia, un turco en el Rhin, y viajo en el tren donde iban los míos que ahora de nuevo se tienen que ir. Yo soy la Alhambra y los puentes de Praga, un helado que sabe a menta y limón, un jipi que vende pulseras de alpaca frente al banco central de la corrupción. Te regalo el anillo de los nibelungos, la tiara del Papa, las islas del Sena, con tal de que cambies el rumbo del mundo y el sueño de Europa merezca la pena.
LOS DIAS DE LA INOCENCIA Una playa al sur era mi patria y una sábana al sol fue mi bandera. Mi corazón cargado de geranios estrenó besos en cada primavera. Yo nací en el barrio del no hay mucho, el de las penas con pan, a vida o muerte. Y aprendí por sus calles que la luna sólo marca el amor y no la suerte. Una dama de noche era en verano la frontera entre el asfalto y los jazmines. La poesía fue una copla entre los labios y el futuro, una película de cine. Uno jamás vuelve a lo que ama, no nos marchamos nunca de ese sitio. Lo llevamos cosido a nuestros padres, se lo damos en herencia a nuestros hijos. Hay un camino que lleva a cualquier parte pero que siempre regresa a la niñez. Sus casas se levantan en el aire, su memoria viene escrita en nuestra piel. Una isla sin dioses absolutos y el silbido de un tren en la distancia. Ese era el paisaje que aún añoro. Ese era el horizonte de mi infancia.
LA ISLA DEL TESORO Te recuerdo con la noche brillante como un letrero en tus ojos de neón contemplando mi recuerdo. Mis manos como una lancha pirata entre tus cabellos. El paraíso quedaba en un viejo apartamento. Todas las calles del sur conducían a tus besos y toda mi vida supo declamar todos tus verbos. Yo sólo uso el pasado para despedir lo muerto, pero todas tus huellas siguen impresas sobre mi cuerpo. Tu adiós sonó por el móvil como el frío del silencio. Con el calor del olvido yo te canto este bolero. Eran tiempos de estrecheces y mundos de desespero. Las luces de la utopía las iba apagando el miedo. El dolor quedaba cerca y el amor se iba lejos. Salí gritando a la plaza como si estuviera cuerdo. Gritaba contra el poder, la justicia y los banqueros, pero en el fondo gritaba "no te vayas, yo te quiero". Y todo un mar de pancartas navegaba hacia tu puerto, al país de las caricias donde no reina el dinero. A la isla del tesoro me llevaré lo que tengo, el reflejo de tu boca en el vaho del espejo.


 

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