I Es la voz con su hilo de seda la que hace posible, alimenta, engarza el sol de la próxima mañana. Es ella la única que sabe poner su boca en manantial lejano.
II Yo no quiero dejarte cerrar la memoria para que no pases; es un placer que entres y ocupes su tiempo; cuanto más te quedas, más se aviva el color de lo que miro; la música se reparte en mi interior, y deja en las palabras latiendo la alegría. Y si en tu estancia el dolor merodea a esta alma que te tiene, un viento amigo viene y se lo lleva lejos.
III Cuando se recibe ausente, el abrazo soñado es la luz que se aleja de nuestros ojos. Tiene, a veces, la realidad apariencia de engaño; llega, te toca, te despierta con lo soñado. Y quieres volver a cerrar los ojos y seguir ausente.
IV Reclamo tu nombre. en este día lleno de sombras. Reclamo tu luz sonora. Me elijo para pronunciarla, abrir sus ventanas. Y reclamo mi voz para cantarlo.
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