Haikus de la lluvia
Il pleure dans mon coeur Comme il pleut sur la ville.Paul Verlaine
Llueve tan fuerte que el espacio parece un cristal rayado.
Charcos y lluvia. Paisaje de paraguas. Nostalgia y lágrimas.
En los cristales caen, lágrimas, las gotas. Amada lluvia.
Nubes y viento. Tal vez llueva esta tarde. Melancolía.
Amor, ¿recuerdas? Siempre que llueve así, amor, recuerdas.
Limitaciones blandas pone la lluvia en los sentimientos.
La lluvia cae al vaso del hogar tras la ventana.
Estamos solos. La lluvia nos acuna como una nana.
Como en el verso de Verlaine cae la lluvia en mi corazón.
Las lluvias son lágrimas de los ángeles que nos inspiran.
Noche de invierno. Los hilos de la lluvia cosen el viento.
Retama amarga. Tienes hojas de lluvia. También mi alma.
Otros poemas breves
El cuerpo envejece y el alma sigue siendo una niña escondida.
La lluvia canta en la bóveda del cielo. Los pájaros acechan la memoria cansada.
Es la melancolía un campo de manzanas que se extiende en el alma como una seda oscura.
Inmensa como un desierto, blanca y callada, la soledad bajó a mi corazón.
Lo que canta ese pájaro Lo que mira ese niño ¿Es lo mismo?
Se asoma el sol entre las casas y sopla luz sobre mis ojos asombrados
Viento en el árbol. La imagen se congela. Al fondo, el cielo.
Estoy en el camino símbolo, que transcurre a través de mí mismo y comienza a la salida de mi ciudad.
La luciérnaga inventa la luz que a la luz busca. Pero la aplasta mi zapato antes del alba.
Explorando el corazón me rompí entre las aristas de mis historias de amor.
El cielo es la callada respiración de Dios. Tiemblan las hojas de los árboles.
El viento gime en la sonrisa. La lluvia lava el mundo. Todos estamos tristes.
En la orilla del sueño están los pájaros del tiempo.
En el grito del cielo de la tarde está mi alma de cuando yo era un niño.
En mi alma se mueve la retama. Su flor blanca en mi boca la hace amarga.
Por la mañana el canto del gallo, esa flauta lánguida llena de paisajes.
Aúlla en la tarde el perro llamando al muerto. En algún sitio, muy blanco, un cementerio.
Un aguanieve cae de plata y frío en esta primavera. En ella estás cautivo.
Por el amanecer kikirikí de gallos contra el mar.
En el aire tibio y negro se ahoga la luna roja. Yo vine aquí cuando todo era una mañana de olas.
brilla la luna en el fondo de mí como en la noche en el fondo del mar brilla la luna
Amor es una palabra interminable donde se quema el hombre.
La suave flor del amor mordiendo dentro.
Esa flor que desde dentro invade todo en este día triste.
Morir mientras se duerme. Perderse en una de esas casas del sueño para siempre.
El canto del gallo derrama en el aire del alba fragancias de luz.
Está el día claro y llueve. Se rompió arriba la muerte.
El silencio se ha bebido toda la luz.
Ya sólo me conmueve la palabra vacía de Dios.
Cansado del juego y el amor, adentrarse en el bosque, sumergirse en el mar.
Grave gotea en el corazón el mundo como en un lago subterráneo.
Alma, hija del cuerpo (reflejo del alma)
Yo estoy lleno de oscuridad. Vosotros estáis llenos de luz. ¿Por qué no jugamos un rato?
El canto triste de los pájaros moja el campo baldío cuando la lluvia llora en la memoria.
La noche tiene dentro un grito. Pudiera ser el mío.
Quiero llegar, inútilmente, hasta mi propio corazón.
La ciudad en verano. Calor. Toda la luz que lame calle a calle. Surca la calma el alma.
La lámina del mundo. La lágrima del mundo. La lápida del mundo.
El susurro al amar de las hojas, Sonido de olas.
Un cielo azul de seda y frío. Una canción angélica que baña una calle borrada por la noche.
La sangre de la yerba perfumaba el aire del jardín.
La muerte es sólo olvido, me dijiste. Y te perdiste en esa casa habitada de silencio.
Tengo la luz colgando de los ojos. Como el plomo me pesa.
La lluvia cayendo como un alma ¿o es que lloran los pájaros?
Vivir en una casa con tejado de cinc para aprender los lenguajes de la lluvia.
Mis manos en la noche buscando sólo encuentran tus manos en la noche buscando.
águila: surco estrecho viento sólido esa imagen que succiona ascendiéndome
La luna, lima de luz, lame como una lamia el alma.
a partir de mí todo está blanco
Nuevos haikus
El mar, el mar, el mar, el mar, el mar, el mar, el mar
Suenan las olas. La música del agua, ¿qué me susurra?
Gritos de niños. Un papalote al viento. Océano verde.
El pensamiento se me escapa veloz hacia occidente.
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