Esther Blanco

Poemas

 

Georgia O'Keefe: Estrella de la tarde III

 


 

          Romper el espejo cuyo reflejo se repite cansinamente como una maldición de mil figuras con el mismo rostro. Rasgar esa cortina transparente que se pega a la piel -fina película que inmoviliza los gestos en movimientos pequeños y siempre repetidos.

          Sacar la cabeza por entre los restos y respirar con otro aliento, ver la luz, surcar nuevos caminos. Salir del ovillo hacia el cielo.

          Hoy quiero dejar constancia de la fuerza infinita de un instante poderoso - fino destello que se proyecta sobre el río. Sé que, en algún lugar muy cerca, está la barca que cruza a la otra orilla. Quiero cogerla y seguir la estela del agua.

20 – XI – 05


          La rigidez del dolor agudo que atraviesa la columna como un alambre que enrigidece el movimiento, paraliza el baile libre del cuello que ni siquiera consigue mirar el mundo.

          Algo así como la experiencia extrema de la tensión que inmoviliza. Lo contrario de la vida. Un pozo terrible, una cuchilla arañando el propio eje.

          Algo así como Frida: conciencia del vértice máximo; el punto álgido del dolor, por el que asoman como un terremoto, viejos alfileres ocultas.

30 – I – 06


          NIÑO CON COMETA

          Se eleva leve en el aire el papel azul y rosa, minúsculo como el ala de un sueño. Pende del hilo invisible que la mano del niño agita, experta, haciendo que se sacuda, brinque y vuele, vuele, con una alegría celeste. Saltos, giros, espasmos de viento lo llevan a lo alto y traspasa cables, tejados, hojas y pararrayos de acero.

          Levanta la cabeza el muchacho hacia el cielo y acompaña con su brazo la alegría vertical de la cometa. Una cabriola, un giro azul en el viento, es como un torbellino o carcajada que sacude el corazón y lo empuja también a lo alto. Y sube, sube, el alma y sueña que se mece ingrávida y leve en el espacio donde habitan los más sentidos anhelos, la vida que ha de llegar.

26 – III – 06


 

Cabecera

Portada

Índice