Carlos César Rodríguez

Hora íntima

 

Beulas: Guatizalema

 


"A medida que me pongo viejo y nuestro mundo venezolano parece tornarse más charlatán, no entiendo la Poesía sino como suma depuración, suma simplicidad, como en ese poema suyo titulado "El girasol". "¿Quién cortó este girasol / que está flotando en el aire?" Esto sólo lo puede decir un niño o un poeta. Ud. ha hecho mucho más que "redimir el follaje". ¡Qué falta nos hacen en Venezuela, los redentores del follaje! Ud. está logrando la clara y pequeña perfección de la flor."

MARIANO PICÓN SALAS

(De una carta al autor, fechada en París el 12 de Marzo de 1960)


 

A MI HIJO CARLOS


            In memoriam


Bajo el azul de Mérida
el bucare levanta
en cada rama 
una bandera roja.

Oro solar
de los araguaneyes.

En el estanque
de estrellas y nenúfares 
una cierta sonrisa.

Sigue la luz, 
la vida,
los papiros de larga cabellera,
la trinitaria en sangre,
el malherido pie del eucalipto,
la alegría del viento entre los sauces 
y en la noche más alta, tras las nubes,
la luna, avergonzada.

Todo está en su camino.
Salvo mi corazón, nada ha cambiado.


FINAL Se me mueren los versos. Gota a gota las sílabas palpitan con un lento latido doloroso. Una serpiente amarilla de sol en rayo vivo me clava su puñal, me crucifica las manos en el aire y se va por el bosque en fugitivo camino rumoroso. Se me mueren las manos. Ya las últimas nubes arden en el ocaso y la ceniza gris se va esparciendo por la salina blanca, por el azul del agua y por montes de piedras y de cardos. Pasan sombras de pájaros. El viento se muere entre los árboles.
RÍO ALBARREGAS A Alejandro Toda la noche el río se desveló cantando al lado de mi casa. No quedó ni una estrella sin abrir las pupilas para verte, Albarregas, para oír tus canciones arrullando el sueño de los árboles. Como la sangre entre las venas, ciega, soñabas con mirar sobre los campos el aire florecido de la aurora. Alguna vez Homero te dio el secreto de caminar cantando entre las sombras.
EL DÍA A Mauricio ¿Quién cortó este girasol que está flotando en el aire? Girasol lleno de polen, sin cáliz y sin estambres. Por la tarde se le ven altos pétalos de sangre. ¡Qué girasol tan inmenso! Dime, madre, ¿de que árbol cortarían este girasol tan grande?
CANCIÓN Mujer: voy a poner mi canción en el aire para que la recojas y te la pongas, como una cinta, enlazada al cuello. ¡Mírala! Ha caído en la hierba. De aquí a un instante ni tú ni yo podremos verla. Se la pueden llevar las serpientes jaspeadas. Entonces, ¿qué haremos? Mis músculos no pueden forjar canciones y tú tendrías que irte llorando por el bosque bañándote los senos en lágrimas. Mujer: mueve tus manos, que aún la cancion está cayendo a nuestros pies y las serpientes vendrán cruzando el río.
LA HISTORIA DE MI AMIGO A Claudio Yo no soy sino la historia de alguien que vivió en mí, de alguien a quien sólo una vez pude darle la mano y tratarlo como un amigo. Yo creo que muy pocos lo conocieron. Y su muerte sólo yo la supe. Era un amigo mío que vestía de blanco y con quien solía sentarme a las puertas del crepúsculo a charlar de cosas corrientes. Estaba siempre triste. Y gustaba contemplar las hormigas. Paseaba en los crepúsculos conmigo a su lado, tristes. Un dia se enfermó. Nadie preguntaba por él. Ni mi madre. Moría lentamente como mueren los días, hasta que al fin se me cayó en el alma, muerto. Marché a enterrar su cadáver en un lugar que no revelaré nunca. Resolví luego comunicar a todos el secreto de la existencia de mi fiel amigo. Desde entonces, no soy sino la historia de él.
INGENUIDAD Lo confieso: yo me encontré estos versos. Estaba descuidado cuando, de pronto, sentí en las manos la frescura de un gajo de uvas. Bajé la vista y los vi, pequeñitos, y sentí que latían en mis manos como corazones vivos de pájaros. Yo no podría decir de dónde me cayeron en las manos, pero sí siento que hay un parral inmenso que afinca sus raíces en mis huesos. Lo confieso: yo me encontré estos versos.


 

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