Comprendió el olor de los colores trazó en la tierra el aroma de la lluvia sintió en sus pasos la danza de la espiga... ...y en el ascenso del ave descubrió su nombre
A César Barro En adelante la tierra será extensión del sol los muertos entonces albor, crepúsculo y ocaso vitrales coloridos sus huesos y al mínimo intento de olvido volverán en luciérnagas y cocuyos lumbre perfecta de la noche
Consagración Aquella noche tomó su cuerpo y dando gracias a Juana Inés de la Cruz lo compartió maldiciéndole: este es tu cuerpo fruto de la urgente primavera y del último verso del hombre. Lo mismo cuando se hizo vino y le condenó a la amorosa alianza. En verdad les digo, cada vez que aquel infausto coma de otros panes y beba de otros vinos inexorablemente lo hará en su memoria proclamando su muerte temiendo por su resurrección.
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