Ana María Oviedo Palomares
Flor de sal
Para Leonardo Ruiz
En dos tiempos distintos la palabra y el cuerpo, la pupila y el desnudo que la crea. Pere Gimferrer
I
ICómo muestro el deseo. Su amarga fuerza esta vez busca la belleza. Me conmueve una voz, un canto áspero. II Callada, aprehendo tu agreste belleza, claro animal sin artificio. III Inocente. Separado de las palabras como por un seto de espejos. IV No dices palabra. Insisto en que tu lengua sea flor de sal sobre mis quemaduras. V Habla. Aún entre tus brazos me cercan las palabras. VI Me hiere tu pálido quehacer, tu mudez obstinada. Tocas mi fondo de algodón, bello, hábil y cálido, pero ningún secreto logra estremecerte. VII Vuelo secreto. Levedad que te separa de mi piel hasta que, hermoso, te diluyes en el aire. VIII Dices no. Me demoro en el centro del fuego y el silencio. IX Un ángel es menos cruel que mi deseo. La culpa nada dice sobre él y las palabras son ciegas ahora que por primera vez contemplo. X Hago este amor desde el silencio. Las palabras describen, cifran, sellos de fuego. XI En las noches, es tu desnudez mortal, terrible, la única luz. XII Aro de oro la marca de tus dientes, mudo círculo de maravillas que también se desvanece. XIII Es siempre tan ajeno lo perfecto. XIV Desaparece, amor vivo, aún sin multiplicarte. XV Dejo atrás la luz. Respiro seda.
II
I He soñado con prados amplísimos donde el deseo ya no esté. GELINDO CASASOLA Nada es suave. Estrecho es el prado del deseo y demasiadas las palabras. Si hubiera un tiempo, un día paralelo, podría crear otra orilla de gracia, acariciarte sin dañar. II Soy porque tú entras en mí y develas, porque siguéndote me encuentro sin espejos. III No el delirio del cuerpo: su actuar imperceptible, que hace del instinto voluntad. IV Amarte hasta que el deseo no pueda cumplirse mas que en las palabras, en la mirada descriptiva sobre la vastedad de tus detalles. V No poder intuir sin las palabras, crear o romper un lazo fuerte. VI Imposible conocer en verdad el mundo con tu cuerpo, ese nervioso espejo cuya pasión, al desbordar, deforma y vuelve la realidad palabras. VII Prestidigitadora, maga, sorteo tu amor, estas páginas. Durante años, como sal de tus párpados vivos y cerrados. Mantengo el hilo tenso. Afino el placer, y mi deseo es más triste. VIII Escarpado, difícil, el camino hasta mí que ya no termina nunca. En él me siento sobre una dura piedra. Cierro los ojos o veo pasar en fila insectos negros. (para david gonzález lobo) IX MIRO altas las hierbas. Crecían mientras aprendías mi lengua. Dura tu boca en mi boca. Hasta la mano levantada, agitándose, lejos.
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