Ana María Oviedo Palomares

Crueles

 

Fanoftheworld: Teclado de un piano Steinway

 


Crueles (treinta y seis canciones y un poema de amor)


 

Me gusta todo de ti,
pero tu no.

J. M. Serrat

 

Por las arrugas de mi voz
se filtra la desolación
de saber que estos son
los últimos versos que le escribo.

Joaquín Sabina

 


 

Para Liddy, Lourdes y Francisco Palomares,
Tania, Wladimir y Pedro Ruiz, Omaira Ochoa
y Benito Mieses, de la cofradía de José Alfredo.

 


El Poema
Tu y yo nunca llegamos a nada, apenas añoranza de lo imposible. Como una ventana que diera hacia el campo en medio del día, hacia limpias sabanas sin árboles. Nunca llegamos a nada. Imaginar una puerta que al abrirse mostrara el desierto, una plaza para besarnos como adolescentes, una ciudad, Trujillo o Praga, por ejemplo, trenes, rutas de viaje, flores amarillas, silvestres, sin amarres, un libro, Justine, la del cuarteto, por ejemplo, una idea por la que morir, una canción ridícula, una fotografía de la infancia, o un cuento, Vientos Alisios, por ejemplo. Pero nada. Ni una carta de amor, ni un pequeño animal detrás de nuestros pasos, un gato lúcido de dos colores que mirara desde su indiferencia o peces dorados en un acuario artificial, un día de sol, una piedra sobre la que tendernos limpios e inocentes, un poema, la música, Mahler, por ejemplo, almendras, mangos, café, chocolates, agua pura bajando desde los labios como un beso, un perfume, el olor inconfundible y persistente en las manos después del amor, una película, Portero de Noche, por ejemplo, pero nunca llegamos a nada nunca tuvimos nada, crueles bonsáis de granadas mínimas, una calle, una vereda, una fecha de cumpleaños, un patio, una calle, una mesa, una cama, un trago de cocuy para enfrentar tristezas, dulzón en medio de la lengua. Era mucho pedir y nunca llegamos a nada. Una habitación de hotel en las afueras un día a la semana, te veo, amor, el jueves, por ejemplo, pero tú y yo nunca llegamos a nada, dormimos juntos y no basta cuando apenas se añora lo imposible.
Las Canciones
I Amanecí otra vez. Amaneció otra vez, en otros brazos
II En la vida hay amores que nunca pueden olvidarse, el mío no. Quiero decir el mío si.
III Podría ser el mundo todo pero tu insistes en que sea solo una cama.
IV Si me quisieras lo mismo que veinte años atrás. Pero si no hace tanto tiempo. Si me quisieras lo mismo que ayer no más, decía.
V Total, si me hubieras querido estaría ya callada o aburrida de tan plena en cambio, este desamor me inspira.
VI Respirar, seguir viva, en la misma ciudad y con la misma gente.
VII No hace falta que salga la luna. Da igual si contigo todo es bajo techo. Techo bajo.
VIII La vida en su avalancha me arrastró, Sin ventanas, ni golondrinas, ni amaneceres. Tú no quisieras ser, está claro.
IX Si te cuentan que me vieron muy borracha, no es por ti. (por ti me embriago bella, después del vino escribo versos sobre la libertad y la noche, canto, y todo desierto queda lejos) Orgullosamente diles que es sin ti.
X Corta la copa rota mis labios que en la noche habian abierto antes los tuyos insistentes y no es mayor el surco, ni duele más, se siente con extrañeza alivio, por el zarpazo hiriente del vidrio ya amoroso, más que tú, que en derroche, no detienes tu fuego, y me haces tan doliente. (para raúl ruiz)
XI Vuelcos el corazón. Roto. A mi no me pasa lo mismo que a Usted.
XII Viví sin conocerte Puedo vivir sin ti. Cuál vida. Ni puedo Ni quiero y sin embargo.
XIII En este caso, retrásame la muerte nada tendría que ver con una intensa, última noche, si ya es muy claro y aprendí contigo que se puede morir tantas veces.
XIV No quiero ser tu novia, no quiero procurar el momento más oscuro para darnos el más dulce de los besos. No quiero ser tu esposa, no quiero cambiar mi reino por tender puentes ni camas (deshacerlas más bien, desordenarlas) No quiero ser tu amante No quiero ser tu. No quiero ser. No quiero. No. (para eladio sequera)
XV Entre tu vida y mi vida todo lo que no fue. Ojalá fueran sombras.
XVI Si nos dejan seguro que perdemos el tiempo —y el terciopelo es tan cursi— Se salva la seda, el dorso de tus muñecas, o de las mías, allí donde sería fatal la herida.
XVII No me va eso de ser el amor que negarás para salvar tu dignidad. Ser tu castigo podría ser una dulce venganza pero sabes que prefiero escándalos, noches sin dormir, hacer un libro y dedicártelo con nombres y apellidos, que lo mejor de mí las palabras, sean nomás de ti: ofrenda amarga.
XVIII Creí que mi fuerza estaba del lado izquierdo del pecho. No llevé nunca riendas. Hubiera querido, eso sí, tenerte a ti, caballo blanco que me dejaste el mundo para mí solita.
XIX (cómo se vive sin ti) Procuraste siempre enseñarme lo difícil. En verdad te esforzaste. Pero no aprendí.
XX Deshojas la margarita y pierdo. Una rosa es una rosa y quizás quizás quizás no sea siempre letal, ni entre tus manos flor de desconsuelo.
XXI Tantas cosas me hicieron mujer Y a ti no te recuerdo ni un poquito.
XXII Aunque no entiendas un solo misterio mío y ni oculto nada ni soy parte de ti, cada vez que te veo, tiemblo.
XXIII Y conste que ninguno es el amor sagrado, compañero de mis días pero sería inconveniente —y largo de explicar— cómo se pueden querer dos hombres a la vez y no estar loca.
XXIV Un eclipse la noche en que por fin te tuve. Rojo sangre, mal augurio. Como si la luna se quebrara y no fuera más nunca tu boca un esplendor sagrado sobre las tinieblas de mi soledad.
XXV De todo lo que fue mi amor, ni las cenizas. Las deshizo el agua, se las llevó el viento.
XXVI No vayas a pensar en mí si tienes un hondo penar no fue niña nunca tu boca en mi boca ni tampoco me enseñaste a besar o si pero de nada me sirve sin ti.
XXVII No voy a apagar la luz para pensar en ti, lo hago a pleno día, por decir algo todas las mañanas cuando abro los ojos y nada que apareces paso las horas sonámbula y necia, hasta que la noche con su manto de alivio te borra y es como si hubiera muerto.
XXVIII Cómo hacer otra vez de la alegría mi casa. Cómo arrancar la espina amarga, el duelo interminable. Cómo encender todas las luces que fuiste apagando en mi alma.
XXIX No hay pasión que por mal no venga.
XXX Grave error: perdí el miedo de besarlo a usted.
XXXI Si la intuición me hubiera funcionado. Si hubiera advertido una señal precisa. Si hubiera vivido menos ciega, si hubiera hecho caso, pero te fuiste. Sin haberme amenazado ni una vez, te fuiste, te fuiste te fuiste.
XXXII Habrá que demoler una casa, borrar el nombre de ciertas calles, clausurar algunos pocos hoteles de tercera, echar a la basura esos discos después de emborracharse seriamente, quemar papelitos, devolver anillos, cortarse el pelo, purificarse, echarte al olvido, ganar una y terminar de escribir este libro.
XXXIII Yo no tengo un jardín donde duerman las blancas azucenas, los nardos y las rosas, pero hagan silencio. Cada palabra es una espina afilada. Si hablan de amor — y todas lo hacen— cada canción una navaja entre mis uñas y mis dientes. Hagan silencio. Silencio, que no se despierte nunca mi corazón.
XXXIV Y cuando al fin comprendas que el amor bonito lo tenías conmigo No servirá de nada y a mi no va a importarme que te arranques el alma pensando en nuestras noches, que el despecho te cierre las puertas del mundo cada vez que te besen otros labios, que de tanto añorar tu corazón se vuelva piedra roja, fiera enjaulada, como yo ruego ahora. Cuando al fin lo comprendas habré conjurado tu nombre, y si no pasa nunca, peor para ti, que tuviste la maravilla del fuego entre las manos y no te quemaste.
XXXV No vimos juntos el mar. La luna es inocente, y por eso, no puedo pedirle ruégale que vuelva, sin orillas compartidas para olvidar.
XXXVI Si te vas por el mundo, conoces mucha gente y te besan otros labios, que te vaya bonito, pero no tanto.


 

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